Sol

Mis padres me llevaron desde pequeño al lugar que les vio nacer, una tierra montañosa situada en la vieja Castilla, muy cerca de Portugal, en los mismísimos Arribes del Duero. Un lugar al que retorno cada cierto tiempo, y en el que parece que las cosas no se han movido, pero todos hemos crecido. Pues bien, estando allí, las ansias de aquel niño por pasear con la bicicleta eran tales, que desaparecía de casa, con un breve hasta luego (la hora de comer o de cenar). De entre todas las visitas, destaco la que hacía a una casa en la cual, esa familia de labradores y ganadores, sacaban tiempo para hacer música, eran aficionados a este arte. En esa casa grande nueva de los años 60, entraba por la tenada (lugar por donde entraban los animales a las cuadras) y de allí subía por unas escaleras al sobrao (desván). Allí estaban ellos 3 chicos y una chica, todos hermanos, y por aquel tiempo jóvenes, que con mucho empeño hacían salir acordes. Canciones que se ensayaban en aquellos ratos libres en los que no había que hacer. Y ahí, enfrascado y con los ojos como platos, entre costales (sacos de lana) llenos o semillenos de cereal se acomodaba un niño que elevaba su imaginación hacia otros mundos Ese niño, era yo
7 comentarios
tequila -
La verdad es que para estar en el infierno, no has perdido el contacto con lo hermoso.
Un beso.
Me encanta tu blog.
white -
posvale -
Jimul -
NOFRET -
Un gusto compartir tu recuerdo.
Jimul -
Bohemian -
Ese lugar que decís, debe ser precioso sin duda...
besito mojao