
Se ha terminado el puente. No hemos salido y quizás me haya ahorrado algún que otro disgusto. Me he acomodado a una situación en la que nunca quise vivir, jamás me imaginé evaporada, sí evaporada, disminuida como el vapor que dilapida el agua en un aire sin sentido, sin destino. La indiferencia absoluta, la negación de la realidad, sentimientos ficticios que en la ausencia de una cama vacía, retornan cual fantasma vuelve al castillo que abandonó. ¿Queda aún esperanza? Palabras adornadas, dichas sin sentido, o tal vez con el sentido que da la desidia: Olvido, alejamiento, muerte del espíritu, entierro de sentimientos que no pueden ser. ¿Qué me queda? Lo di todo y ahora me arrepiento. Me quedé sin ilusiones, sin esperanzas, sin posibilidades. Vacía de hijos, vacía de hombre, vacía de mí misma. Unos pájaros revolotean en el alféizar de la ventana. La vida transcurre detrás de los cristales, pero aquí, en mi torre de cristal líquido, todo se diluye en la niebla de lo que agoniza. Quizás mañana sea otro día, quizás sea el mismo día revestido de color o investido en el gris oscuro de las nubes de mi existencia. El camino no existe, se desdibujó cuando cedí a mí misma, cuando dejé de ser yo para ser demás, y sin embargo sé que debo continuar, pero ¿hacia dónde? Sin sendero por el cual avanzar, sin ilusión que me empuje, sin deber que me obligue, por qué no parar, tirarlo todo por la borda y descansar. No, algo lo impide, quizás ese último aliento que no deseo entregar y por eso malvivo en este mundo de humo sulfurado que casi no me deja respirar. Un inhalador es mi compañero de camino y mientras me abra los pulmones daré otro paso más.
5 comentarios
NOFRET -
(a ver si llega este comentario, que envié otros y se perdieron)
Goreño -
white -
Pero gracias por los comentarios. Los siguientes días en mi blog.
Merche -
Jimul -