La Bruja y el Diablo

La observaba embelesado escondido tras el escaso ramaje, en la otra orilla del río, donde ella danzaba al ritmo de notas de canciones extrañas, sones que no contenían palabras. Extraños y bellos ecos salían de aquella garganta divina o, tal vez, de aquel cuerpo omnipotente.
La luna llena reflejada en las calmas aguas, su estela plateada interrumpida por aquella figura ondulante...
La quietud de la noche, el sonido de su cuerpo adentrándose en el agua de nuevo la danza y esa larga cabellera que se hundía en el río mojándose de estrellas.
Ella miró hacia donde él se encontraba y sus ojos se cruzaron por un segundo. Salió del agua, lentamente. Su cuerpo desnudo avanzó hacia los arbustos, deslumbrante, sensual, eterno
Se acercó. Sus ígneos ojos brillaban. La noche, el río, el fuego Puso sus dedos tibios en sus labios, mientras murmuraba en un lenguaje incomprensible bellas palabras de amor al alma.
Enlazados, cayeron en el suelo rodando.
Las pieles se unieron en un poema, meticulosa estrofa de sueños.
Las bocas susurraron promesas eternas, las caricias marcaron la desnudez de sus cuerpos.
Él cayó rendido en el abismo de sus pechos.
Los sexos se saludaron con avidez dolorosa, mientras él intentaba nuevamente mirarla a los ojos sin éxito.
El agua, el río, la luna, su pelo
Despertó en medio de un claro del bosque. No recordaba cómo había llegado hasta allí.
A su lado, restos de un fuego extinguido y sus ropas desgarradas. Agotado, miró en derredor y se encontró en el centro de un círculo formado por doce piedras, perfectamente colocadas. Sintió una punzada en el pecho y observó una marca purpúrea que no tenía antes
Le sacudió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, de arriba abajo, de dentro a fuera, de fuera a dentro y salió corriendo
(continúa)
4 comentarios
merche -
perseida -
Besos
Goreño -
white -