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Calavera Infernal

HERIDAS DEL AMOR

HERIDAS DEL AMOR HERIDAS DEL AMOR

Ya tengo la pluma en la mano y el papel en blanco frente a mis ojos como un testigo acusador esperando lo emborrone con mis cuitas y evocaciones que los años se encargan de hacerlos presentes a la vez que se distancian.

Me reclino en la mesa con la mano en la frente, y al empezar a remover los archivos de mi memoria, con la primera ficha que me encuentro es en la que guardo mis anotaciones de la adolescencia.
Sin poder evitarlo, un ligero escalofrío recorre mi espina dorsal, y siento que la nostalgia invade mi corazón. Desde este momento, aunque volcara todo mi entendimiento y voluntad, ya no podría escribir otra cosa que no estuviera relacionada con esas fechas.

De repente, una figura de mujer irrumpe en mi memoria y se abre paso con la autoridad que impone el derecho a ocupar su espacio en mi corazón. Las palabras fluyen precipitadamente sin orden ni concierto, esperando ser hilvanadas para darles sentido y coherencia, pero algo me impide concentrarme y poner en orden mis ideas. Es morena, de abundante cabellera rizada que se desliza juguetona por su escultural busto, como una diosa de las moradas celestes del Olimpo. El eco de su contagiosa sonrisa me enloquece. Su mirada dulce de ojos negros azabache despiertan mi deseo y siento su aliento que pasa como una brisa mañanera acariciando mi cuello. Su recuerdo, a la vez que me introduce en un mundo mágico, en el que la felicidad no tiene fronteras, me despierta también los fantasmas ya dormidos del dolor.

Es una contumaz añoranza que no me abandona y me persigue, ya que aquella mujer sigue siendo la depositaria de la clave que contiene mi felicidad. Fue mi primer amor, y sigue siendo el primero, el único, el gran amor de mi vida que, como llama del infierno, nunca se extingue..

Junto a ella divisé, tal vez por vanidad enfermiza, el pórtico del Edén, y todos los caminos me llevaban hacia él sin un obstáculo que entorpeciera mi paso. Sin ella me siento un anacoreta del amor, un apátrida que no encuentra su espacio ni su identidad.

Ya es tarde, pienso; aunque, tal vez, sin merecerlo, la vida me ha regalado otros dones, pero me ha negado el derecho a elegir y disfrutar de la mujer con la que todos mis sueños y fantasías se hubieran convertido en realidad, mi realidad.
Goreño

6 comentarios

Goreño -

Recojo ti comentario como un premio. Gracias Iris

Iris -

Un gustazo leerte, goreño. Ha sido romántico, sensible y precioso.

Goreño -

Gracias, Nofret, por tu comentario y por leerme. Por lo que vengo observando, creo que tenemos gustos similares. No suele ser frecuente, pero sucede. Saludos

NOFRET -

Me encantan las añoranzas, Goreño, y cuando están bien escritas como ésta, mucho más.
Y es cierto, el primer amor es único, mágico ¿irreal, tal vez?¿Cómo hubiera sido, de ser adultos? No lo sé, pero si pudiera volver un día al pasado, sin duda elegiría algún día mágico y lleno de ilusiones de la adolescencia.
Me gustó mucho leer tu relato.

Goreño -

Gracias White por tu amable comentario.
Sí, es cierto que cuando nos queda de la juventud el recuerdo de un amor imposible, nos acompaña toda la vida pensando que aquel era nuestro verdadero camino, los demás nos parecen todos equivocados, aunque los equivocados seamos nosotros.
Sin ánimo de devolverte el favor, me encanta todo lo que escribes.

white -

Me gusta tu paseo por la añoranza. En el recuerdo, ese primer amor se engrandece de ensoñaciones. Todos lo tenemos relegado en una esquinita pero cuando se libera y se pasea se adueña de una realidad negada por deseada.
Me gusta goreño, me gusta leerte