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Calavera Infernal

Diario Calavera (23º Día)

Diario Calavera (23º Día) Los Contactos de mis Tropas, han llegado a un acuerdo con el Jefe de Atra, por lo que ha accedido (no sin ardúas negociaciones) por medio de un precio razonable (que aquí no vamos a indicar). Así que hoy exponemos un artículo suyo, que habla sobre la caza. Cázadlo, si podéis.

La temporada de caza está saliendo mal, lo que se dice fatal, y eso no parece preocupar a nadie. Por culpa de la sequía las especies abatibles, tanto las de pluma como las que caminan a cuatro patas, abundan poco este año. Y encima los escasos bichos disponibles tienen más clientela que los burdeles de San Juan de los Reyes el día de la Patrona. O sea, que tras de cada perdiz o ágil rumiante con lustrosa cornamenta que ocian por esos campos de Dios, hay seis o siete cazadores aprestados a meterles plomo, una competencia absurda que ya ha costado más de un susto y un disgusto a los amantes de este deporte, imaginen, tiros por aquí y por acullá y «cuidado Manolo que acabas de llenarme de postas la trasera del tóterreno, a pique de atinarme en los lomos y dejarme joío p'a tóa la vía». Es el gran problema que tienen estos hombres tan fieros, tan madrugadores y abnegados: que se la juegan en cada sesión de puntería, siempre tras el noble afán de dejar tiesas a sus presas, y nadie les reconoce el mérito y mucho menos nos hacemos cargo de sus contratiempos y los muchos quebraderos de cabeza, no digamos económicos, que una mala temporada de caza originan.
Tiene que ser de lo más frustrante levantarse a las cuatro de la mañana, vestir el chaleco verde y la pana y las botas, preparar la fusilería y la munición y el resto del carísimo utillaje necesario a la montería, recorrer muchos kilómetros en el 4x4 y luego caminar por vastos andurriales hasta el coto, llegar al puesto y quedarse allí pasando frío, más solo que la una, sin más entretenimiento que acechar las idas y venidas de la fauna agreste Todo para volver de vacío. No hay derecho, hombre. Y para más INRI ni los periódicos ni los medios de comunicación ni las autoridades del ramo se preocupan de esta calamidad, estos sinsabores padecidos por nuestros conciudadanos cazadores, tan castigados por la falta de material viviente dispuesto a morir por la causa, animalejos cuya hermosa agonía bajo el cielo de grises madrugadas dé satisfacción a su legítimo instinto venatorio... Una gran pena.
Lo que no me explico es porqué las administraciones públicas, tanto estatales como autonómicas, no han tomado ya cartas en el asunto. A fin de cuentas la caza es una actividad que mueve ingentes cantidades en metálico, importante venero de ingresos para muchos propietarios que rentabilizan el uso de pedregales y baldíos que sin la presencia armada de la tropa cinegética no tendrían mayor utilidad. ¿Cómo no se han previsto contingencias tan simples como una sequía, o que alguna plaga de esas que de vez en cuando sufren las bestias campestres merme la fauna disponible, o que se le retrase el celo a las hembras o los machos anden amariconados esta temporada? No es mucho pedir, digo yo. Tener en cuenta y muy presente la problemática del cazador debería ser norma obligatoria para todo aquel que ejerza alguna responsabilidad pública. Y, por supuesto, los medios de comunicación deberían informar cumplidamente de todo ello e instar a la pronta solución de este grave asunto. Si las humildes líneas escritas hasta aquí sirven para algo en este sentido, me daré por satisfecho. Al cazador hispano no se le puede mandar así como así al cuerno, no señor. Todo por la caza y pimpampún.

Artículo cedido del Blog personal de Jvi (http://josevicentepascual.blogia.com/)

1 comentario

Goreño -

Por lo que veo, amigo Jimul, estás al día del problema cinegético, pero hay más cazadores que presas. Sería bueno que la veda quedara cerrada durante dos años, por lo menos, para regenerar la fauna animal. Pero como bien dices, hay mucha gente que vive de eso y muchos intereses por medio para que eso se pueda cumplir.