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Calavera Infernal

Derivando (23)

Derivando (23) Las cosas estaban muy negras para Mario, sus relaciones habían ido todas al garete, al más profundo e irremisible garete... Pensó que tal vez fuese la hora de irse él también al garete... Los días se hacían interminables, ésto unido a la insoportable y machacona melodía interminable de la cínica época de Navidad, convertían la existencia en un situación difícil de soportar... Los calmantes y el tratamiento adormilaban la situación...

Mario estaba en lo más profundo del abismo esperando la llegada de la paz, tal vez la paz absoluta... Las enfermeras y el equipo de médicos no habían visto jamás un caso tan extremo de desesperación... Casi no lo sujetaba ni el hilillo de vida que todo el mundo cree tener... Hubo muchas visitas, amigos, compañeros y hasta un ramo de rosas misterioso, sin tarjeta... aunque todo el mundo sabía que era de Carol, su presencia estaba allí, en su aroma, su sabor...

Mario no estaba para esos detalles, su lucha era más primaria y sencilla, su decisión era elegir entre la existencia y la nada...

Los días pasaban y Mario seguía en su misma situación, si bien clínicamente presentaba unas variaciones más que aceptables, pero no estamos hablando del funcionamiento de una máquina... Estamos hablando de la parte “espiritual “ de una persona a la que las circunstancias le habían llevado a esa situación... La verdad es que era una historia perfecta para ser novelada sino fuera por el dolor tremendo que había producido en una persona, en Mario concretamente... El día 8 de enero tras una larga deliberación del equipo médico y auxiliar, larga y muy provechosa para la medicina, se llegó a la conclusión de que Mario debía abandonar el hospital y reencontrarse con el mundo exterior... Por supuesto no se le iba a mandar desnudo y sin nada, sino que iba a estar vigilado y controlado por el equipo médico. Como dijo el jefe del Equipo médico: “Aquí ya hemos arreglado y puesto a punto la maquinaria orgánica dañada... Lo más difícil queda a partir de ahora, el daño moral y espiritual, daño que tendrá que ser superado por él mismo, con ayuda de éste equipo, de su familia y entorno...” No sin ciertas dudas por el equipo médico, decidieron tomar la decisión expresada por el Jefe del Equipo...

Mario había desayunado como todos los días en el sillón junto a la mesita... Mirando por la ventana se había quedado extasiado con un pajarillo que picoteaba en la rama de un árbol... Se le venía a golpetazos los recuerdos, aunque cada vez los iba superando mejor... Controlando su ansiedad, que desembocó en una de las depresiones más fuertes que puede tener la naturaleza humana... Recordaba esos besos y las profundas caricias de Leire, de Luisa... Se confundían las caras con los cuerpos... las caricias con los rostros... La suavidad de las manos con el olor de la piel...

“Buenos días... ¿Cómo vamos hoy?” Comentó el Médico... “Las flores están invernando, por lo tanto los poetas hemos de callar y sufrir...” “Bien al menos hoy mantienes un cierto Sentido del Humor, aunque sea un poco agrio...” ¿Quiere hacer hablar a un poeta en invierno? ... “ “No, yo sólo quiero decirte, que hoy podrás salir a contemplar como renace la primavera, o como le va la vida a ese gorrión al que miras fijamente... Mario quedó sorprendido, quedó pensativo, esbozó una leve sonrisa y pronunció un “¡Qué bien, vuelvo a ser libre!” lo que más le preocupa al doctor es el tono con el que había pronunciado la frase... “Bueno creemos que debes empezar a enfrentarte con el mundo real, ya sabes que no podemos hacer más aquí... Y prolongar tu estancia sería contraproducente para ti, por lo tanto seguirás con el tratamiento pero en tu casa, al principio te pondremos una atención más especial, para luego ir poco a poco dejándote libertad absoluta... “Si he de ser sincero, la comida me resultaba un poco insulsa” replicó Mario... “En fin se lo diré al cocinero cuando lo vea” Ramón Gómez Inchausti era el Jefe del Equipo médico que había tratado a Mario, un hombre tranquilo y reposado, que sabía escuchar... Hizo buenas migas con Mario, aunque las conversaciones no eran muy profundas ni extensas, debido a la enfermedad de Mario... “Además sabemos que tienes una casa muy acogedora y un círculo de amigos muy entregados, por lo cual te resultará duro, como a todo el mundo, después de haber pasado por un trance como éste... Aunque puedo asegurar que saldrás muy airoso, por lo menos de ésta...

(continúa)

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