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Calavera Infernal

Una Noche Siniestra

Una Noche Siniestra Vagaba por una calle vacía, la noche era silenciosa, demasiado para aquellas fechas
de carnavales en que todo el mundo parecía sumido en la celebración del día oscuro.
Así le llamaban en aquella ciudad extraviada en los mapas convencionales.
El lugar exacto era impredecible, se conocía como un pueblo fantasma.
Al menos turísticamente al sur de Pensilvania.
El día había sido agitado al menos para mí. Había llegado a aquel lugar con unos amigos de infancia y la amistad aventurera que mantuvimos por muchos años, nos llevó a lugares inimaginables que satisfactoriamente nos dio por mucho tiempo experiencias gratas.
Sin embargo esta última era diferente.
Ya no recordaba la noche anterior y de pronto me vi.… Caminando entre tinieblas y en soledad.
Me sentía cansada, tenía mucha sed, y el sueño casi me vencía.
Me dirigí al lugar donde me hospedaba y entrar al cuarto que compartíamos mis amigos y yo, me di cuenta que ellos no estaban, pero si sus pertenencias, ropas, bolsos entre tantas cosas mas.
Saque mi ropa y me metí a darme una ducha…No supe mas del tiempo porque me sumí en un baño placentero y reconfortante.
Al terminar, me abrigue solo con la bata y parada frente al espejo observe que algo extraño mi rostro mostraba.
Limpie el espejo empañado para verme mejor.
Cual fuera mi horror, vi con asombro que el color de mis ojos no era el mismo.
Siempre los tuve color verde y ahora el negro que los cubría era asombrosamente aterrador.
No cabía explicación alguna. Trate de calmarme y razonar de una manera mas obvia.
Recordé la tarde en que llegamos, éramos cinco.
Alma, Piedad, Consuelo, Ángel y yo, mi nombre de pila era Angélica, pero me decían mis amigos y compañeros de trabajo, Ángelus (ya que era la abreviación de Angélica Luz).
Fluctuaba nuestra edad entre los 32 y 40 años siendo el mayor Ángel, fiel amigo de carretes y fiestas semiorganizadas.
Al llegar ni siquiera descansamos, el carnaval había comenzado y las ganas de disfrutarlo opacaron toda opción de relajarnos.
Nos cambiamos de ropa y lo mas cómodo posible nos dirigimos a la plaza, lugar donde se presentaban un sin fin de actos y atracciones.
Lo pasamos increíble, bailamos y gritamos entre la gente como si nadie nos observase,
Con las manos alzadas cantábamos cuanta canción la multitud desplegaba.
Parecía un sueño, disfraces de monstruos, vampiros, brujas, hombres lobo y muchos más que no recuerdo.
Lo que si quedo en mi mente y a la perfección fue el suceso del cual fuimos todos testigos.
Arriba de una tarima bailaba una hermosa mujer, cubierta con una túnica negra.
Su baile era sensual, tanto así que quedamos como hechizados ante tal escena.
Sin saber como, nos vimos a su lado bailando apegadamente a ella.
La sensación era exquisita y embriagadora.
Terminado la acalorada danza. La seguimos a un bar y allí pasamos la gran parte de esa noche.
Al regresar al hotel, no hacíamos más que hablar de esa enigmática mujer que nos cautivo.
Los dos días siguientes fueron prácticamente individuales, cada cual hizo lo que le dio en gana.
El cuarto día, en que se supone nos regresaríamos fue atroz, los pasaportes no los encontramos, menos los de identificación.
Encaramos al encargado del hotel y este sin más ni menos nos aclaro que no era responsabilidad más que nuestra, debido a que solo tenía una llave el cuarto y la teníamos nosotros.
Buscamos como locos y nada. Hasta que Alma recordó el tan comentado baile con la mujer que, asumió ella debía tenerlos.
La buscamos en el bar y nadie sabia de ella, así que nos quedamos a ver si llegaba y efectivamente así sucedió…
Llego acompañada de un hombre ya entrados en años unos 80 aproximadamente.
Le preguntamos y ella asintió tenerlos .Pero teníamos que hacer algo para ella antes de entregarlos. Discutimos entre todos y aceptamos para poder marcharnos cuanto antes de aquel lugar.
Su petición era simple bailar para ella, pero no ahí, sino que en otro lugar un poco alejado para nuestro gusto.
Así llegamos a una cabaña adornada de objetos extraños, mascaras cosas así, y en su interior muchísimas velas encendidas.
No tenia muebles donde sentarse, solo cojines en el suelo formando un circulo, y en el centro un dibujo raro de colores rojos y negros.
Ella se sentó sobre un cojin y el anciano encendió el radio y emano una música oriental muy dulce. Ella nos dijo ya muchachos bailad para mi…
Y lo hicimos, total parecía como un juego…No recuerdo más, solo hasta donde me encontré hace poco caminando de noche y ahora frente al espejo cuestionando todo.
De pronto oí golpear la puerta y me dirigí a ver quien era.
La impresión fue tal, ya que al abrir mire aquella mujer delante de mí. No pude decir palabra alguna, por extraña razón quede hipnotizada de aquellos negros ojos que me miraban fijamente.
Camine junto a ella por corto tiempo y nos adentramos a un cementerio.
Un nicho abierto tenía mi nombre y aterrada vi junto a el, el nombre de mis amigos.
Estaban muertos supuse y tal vez era mi turno.
Sin poder oponerme ya que me encontraba en un estado de sumisión, me recosté sobre aquellas paredes frías y observe atónita como ella cerraba y me enterraba viva en una mole de cemento.
Solo hubo silencio, un silencio eterno.
Como puedo relatar esto es lo mas complejo de todo puesto que acabo de despertar y me veo aquí frente a mi computador, recordando cada detalle de lo relatado.
Os advierto al que leáis este relato que sus días están contados….

2 comentarios

Merche -

Cachisss!!!!Cuántos telediarios me quedan Angel????
Te juro que si me asomo al espejo y veo mis ojos negros, llego desde Pensilvania a casa corriendo.
Un beso.

white -

pues me arriesgaré, aunque todos sabemos que tenemos los días contados lo malo sería conocer esos números