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Calavera Infernal

Derivando (4)

Derivando (4) Leire no encontraba los zapatos nuevos que tan cuidadosamente había guardado en la parte de abajo del ropero. Ya habían pasado dos semanas y comenzaba a pensar que echaba de menos a ese despistado de Mario cuando él no estaba con ella, y que tal vez, sólo tal vez, podría plantearse una relación estable si él dejaba sus obsesiones con los videojuegos.
Es que a veces era tan niño... recordaba la primera vez que se vieron en el instituto. Por aquellos años ella ya empezaba a ser un valor en alza en la clase, la respetaban, contaban con su opinión y la cortejaban, cómo lo hacían los desdichados...
Mario nunca se le acercó dos palmos, para ella sólo era un chico extraño que se dedicaba a ver películas extranjeras y a descuartizar cualquier maquineja electrónica con el sádico placer de un cirujano. Qué paciencia tenía Mario con todas sus cositas, se aplicaba silencioso al manoseo de juguetillos baratos con los que se podía pasar horas.

La observaba tímidamente, sin querer que lo viera, la seguía de lejos cuando volvía a casa. Alguna vez le mandó pequeñas notas que Leire arrugaba desdeñosa mirando a todas partes, esperando encontrar la cara guasona del usurpador de su tranquilidad. Todos los días le dejaba sobre la mesa una piedrecita blanca del patio, todos los días Leire estampaba la piedrecita blanca contra la pizarra.
Así fueron pasando los meses en esas aulas luminosas, piedrecita va, piedrecita viene, motorcillos de juguete desmontados... y no se vieron más tras el verano. Hasta ahora.
“Mario, es tarde, ¿has visto mis zapatos nuevos?”

Luisa había llamado a Leire esa misma mañana, “tenemos que hablar”... ¿sobre Mario?”... “sobre todo sobre Mario”. Si ella quería hablar, hablarían, Mario es libre y mayorcito, puede hacer con su vida lo que le dé la gana y puede estar conmigo si quiere, yo no lo obligo... Es él, el que ya ha dejado su cepillo de dientes en mi cuarto de baño...

Esta fue una de las frases que pronunció Leire, en aquél enfrentamiento soterrado entre aquellas féminas... A Luisa le supo muy amargo el café de aquella reunión, a Leire por el contrario, no sólo no le molestó, sino que le pareció algo divertido...

Leire es una persona muy agradable con la gente, pero no cree en la humanidad, demasiadas mentiras, demasiadas chorradas para explicar algo tan evidente, una descreída y cínica en sus adentros, era capaz de comportarse muy amablemente con las personas cara a cara. Su padre y su hermano menor murieron cuando ella tenía 13 años... Exacto, ella se fue de aquélla ciudad para olvidar... Su padre, militar de profesión, pero ante todo un especialista en enfermedades cardiovasculares, había sido trasladado a aquella ciudad para salvar a un gran jefe, que tenía un corazón a punto de reventar... Llevaban tan sólo unos meses y sin embargo la gente de aquel lugar los trataban como si llevaran toda la vida allí, y eso se lo de debían a su padre... Militar de alto rango (era Coronel) lo que más estimaba en la vida era la sencillez y la cordialidad entre las personas, y eso lo inculcó muy bien en su familia... Pero aquella magnífica tarde de julio (calurosa donde las hubiera) iba a cambiar diametralmente la vida de Leire... Su padre había ido a buscar a su hermano, a la piscina... Su hermano José tenía 8 años y estaba aprendiendo a nadar... Como siempre, a las 20:00H. Lo recogía de la piscina y luego iban a la playa a recoger a su madre y a ella, para a continuación ir a casa...

Pero aquél día no llegaron a la playa, una potente explosión había hecho saltar por los aires el coche, con ellos dentro...

La noticia llegó rápidamente a los oídos de su madre, deshecha se tumbó sobre la arena, quería morirse... Leire, que llegaba en esos momentos de darse el último baño, se quedó paralizada, no sabía lo que ocurría... Su madre entre sollozos y abrazos le explicó lo que había ocurrido... No lo entendió ni ése día, ni el siguiente ni durante los 5 años posteriores. Sumergida en una profunda depresión, iba viviendo los días sin ninguna ilusión... Estaba muerta por dentro. Toda la gente de su alrededor intentó animarla, fue a psiquiatras, psicólogos y demás personas, incluso a videntes... Ella seguía igual, pensando que esta vida no tenía sentido... Pero un día sucedió que se encontró con una amiga, una amiga que le abrió los ojos, la trató con tal naturalidad cuando le contó el problema... con tal psicología, que cambió de postura, si no radicalmente, sí considerablemente, entonces ella descubrió que querría ser psicóloga para ayudar a todas las personas a superar los traumas, como había hecho su amiga... Y por fin volvió al lugar de donde huyó años atrás... ¡¡¡Las vueltas que da la vida!!!, pensó ella... Y entre todas las cosas que dejó sin terminar, Mario fue una de ellas, ahora podría terminar o continuar aquello que dejó inconcluso...

Por eso y por muchas otras razones, Leire pensaba que Luisa exageraba demasiado y no le tomó sus reproches a mal, derivando la conversación hacia temas más alentadores... Al cabo de dos horas, Luisa y Leire se despidieron, dejando las espadas en alto... Leire llegó a casa y encontró a Mario como siempre: En gayumbos y liado con el portátil... Fue a él y con ternura le besó en los labios...

Cada vez que miraba a Mario una sensación dulce le subía por el estómago hasta la boca. Era Mario, en tan poco tiempo, lo único que precisaba. Desde el accidente su casa no fue la misma, quedaron solas ella y su madre, no podía soportar la soledad de esa casa ni la compañía de su madre, que se tornó un semi-vegetal sin ganas de vivir. La dejó con sus tías y marchó lejos a estudiar.

Además de las clases en la facultad tenía que trabajar, hizo de todo: limpió, fregó platos, trabajó de cajera y de dependienta. Número uno de su promoción, enseguida encontró trabajo en lo suyo y se dedicó a su pasión en uno de los mejores centros del país.
Pero ahora Mario traía a su mente todos esos recuerdos que creía haber enterrado para siempre. Necesitaba estar cerca de él, cuidarlo, mimarlo como a un niño y dedicarle gran parte de su tiempo, no por Mario, sino por ella... era ella la que necesitaba esa obligación... era ella la que...

(continúa)

2 comentarios

Jimul -

Es un relato por entregas... Es que es un pelí largo, todos los días publico una parte...

merche -

Ey!!!Jimul. No está completo el relato. Me estaba gustando. Eso no se hace, calaverón