Esto no es un microrrelato...
Una pareja de ancianos tomados de la mano pega su espalda a la pared , mientras él recompone la bufanda de ella amorosamente.
-Te enfriarás Inés , le dice bajito .
Un poco más arriba unos novios , ajenos a nada , o a algo que no sean ellos mismos se miran arrobados con las caras casi juntas , solos en una burbuja , sin gente , sin frío , enamorados.
Delante de ellos , sentaditos en el bordillo hay tres niños embutidos en abrigos , bufandas , gorros y guantes , no tendrá el mayor más de cinco o seis años , y se les adivina serios y responsables ; les han dejado esperar solos y quieren ser merecedores de ese honor . Desde la acera de enfrente sus padres no les quitan ojo .
-Ay , Pedro , dice la madre ¿ no están demasiado lejos ? ¿no se asustarán ?
-Que no mujer , si están tranquilitos ¿no les ves ?
En ese mismo momento , entre los niños y sus padres pasa un grupo de jóvenes medio vestidos , medio descalzos , medio borrachos y completamente mugrientos rodeados por una corte de perros de todos los pelambres y todos las tamaños tan sucios y descuidados como las rastas y las crestas de sus ¿dueños ? quizás sería mejor decir de sus compañeros de ruta.Los niños se dan codazos y no saben qué mirar , si las uñas ennegrecidas , las guitarras que cuelgan de las espaldas o al cachorrito paticorto y jadeante que se ha parado justo ante ellos para recuperar el aliento . Cuando la mano del más chiquitín casi roza el lomo del animal , el niño eleva los ojos hacia su madre y un resorte devuelve la manita enguantada al bolsillo del abrigo.
-Jo , si mami llega a estar aquí te la cargas .
-Callaos , dice el que parece más mayor , si no nos portamos bien nos harán sentarnos con ellos.
Demasiado tarde la advertencia , mamá ya les señana el bordillo de enfrente , a sus pies , con la cara asustada todavía tras haberlos perdido de vista durante un par de minutos que , eso sí, a ella le han parecido horas.Los niños cruzan cabizbajos esa calle estrecha , su madre les dá un beso a cada uno y les acomoda satisfecha .
-Aquí están mejor , sonríe segura.
Tres adolescentes con ropas imposibles suben calle arriba a toda prisa , no tanto porque vayan a dar las doce como por el frío que debe estar helándoles unos ombligos que encaran el frío a rostro descubierto , candidatas a una pulmonía o , al menos , a un buen resfriado, antes muertas que sencillas.Una de ellas presiente más que ve a la pareja que se mira . Endereza la espalda , levanta la barbilla y sonríe aún más , mientras sus ojos se tiñen de violeta , de dolor , de luto .
-Hace frío ¿volvemos a casa ?
-¿Tú estás loca , tía ? mira qué mogollón de gente viene detrás , no pretenderás que vayamos contra esa marea ...
-Bueno , vale , pero no chilles , es lo único que acierta a decir callandito mientras el corazón le late apresurado en la garganta , ahogándola.
Entonces , la gente que ocupa la calle se detiene , las cabezas se vuelven a un lado y otro buscando calles adyacentes donde situarse . Faltan dos minutos para las doce , la calle debe estar desocupada y cada callejuela queda abarrotada. A las doce en punto , cuando el sonido de las campanas baja por el Darro hacia Plaza Nueva , asciende por el Albaycín , sube la colina roja todavía iluminada e inunda el Paseo de los Tristes mezclándose con el aire helado que baja de La Sierra , la calle está vacía , todas las luces apagadas y un silencio que es un grito de respeto a lo que va a suceder se enseñorea sobre todas las cosas . Sobre el río , sobre la colina , sobre los edificios , sobre las risas de los niños , sobre los enamorados , los perros , La Alhambra.
Inmersa en el silencio y la oscuridad , y apretada contra una esquina estoy yo , observando a gente que ha vivido , que vive , que empieza a vivir y a sufrir . Los veo con una indiferencia casi anestesiada , ajena a las risas , a los sentimientos , a la felicidad , a la belleza del lugar , al rumor del río , a la oscuridad que pone los sentidos alerta y la sensibilidad a flor de piel.Ahí sola , pegada a ese esquina la certeza de tu ausencia me recorre la espalda con un escalofrío que me pone la piel de gallina y sin saber cómo me encuentro en ese mismo lugar , hablando contigo sin necesidad de palabras , sintiendo tu cuerpo pegado a mi espalda , tus brazos rodeando mi cintura , sabiendo que mi cuello acabará recibiendo una tormenta de besos y de palabras susurradas que jugaremos a descifrar.Tenemos las manos juntas dentro de los bolsillos de aquél Barbour tan viejísimo que debería haber jubilado hace tanto , nos rozamos las yemas de los dedos y nuestras pieles , que tan bien se entienden , hablan de sus cosas mientras apretamos nuestros cuerpos en un baile sin música , celebrando la paz que nos damos con la simple presencia.A lo lejos , el redoble de un tambor me devuelve a la realidad . El silencio que me rodea se transforma y el arrastrar de multitud de pies sobre el suelo antiguo e irregular nos pone sobreaviso.Ya se acerca.Los ancianos se ponen de puntillas , la pareja deja de mirarse a los ojos , los niños se dicen al oído algo que no alcanzo a oir y sus padres observan prudentes la calle para asegurarse que todo está bien en la parte que les es ajena , y en ese trozo de hogar que tienen instalado a sus pies.Yo junto los nudillos sobre el pecho, aferrada a las solapas de aquél Barbour que sigo siendo incapaz de jubilar , en un intento inútil de espantar un frío que sé muy bien que no viene de fuera , un frío instalado en mí desde hace mucho tiempo , demasiado.
El rumor de pasos arrastrados se acerca poco a poco y sin detenerse ,junto a dos hileras de luces tímidas y vacilantes que serpentean siguiendo el trazado del Darro , sus puentes y la gente enmudecida , sin llegar a alumbrarlos.Incluso yo , hundida en mi atalaya de soledad , puedo respirar la magia que se extiende a la vera del río . Al paso del tambor el silencio se va haciendo reverente . Los padres cuentan a los niños la leyenda que dice que el tambor pregunta ¿ dónda está el Rey de los judíos que lo vamos a matar ? y ellos se miran antre incrédulos y atemorizados , la frase queda flotando sobre el aire helado ...Los ojos de la gente dicen todo , unos se bajan , otros se cierran , otros miran ese punto indefinido entre ayer y hoy en el que todos nos cobijamos alguna vez , algunos hacen todo eso en uno u otro orden .Bajan piadosos , se izan fervorosos , se cierran heridos por la belleza del momento , por el tiempo , por los recuerdos , por la vida , por la muerte .Mil combinaciones .Mil formas de callar .Mil formas de sentir el amor y el dolor .Y yo ahí , sola , registrando cada olor , cada movimiento , cada sonrisa , cada gesto sin poder oler , sin poder moverme , sin poder sonreir , anclada a nuestro pasado , ausente de mi presente , preguntándome que hago aquí, buscando tu mano en el bolsillo de mi abrigo , obligando a las yemas de mis dedos a hablar solas otra vez , sintiendo desnuda mi cintura sin tus brazos , consciente entre el silenco y la oscuridad del ritmo a flores , risas y alegría que imprimirá la luz del día a la esquina que ahora sostiene mi desamparo.
Los pasos se acercan , el tambor sigue arrancando ecos a la noche, se percibe en la oscuridad el reflejo débil de unos cirios blancos , altos , que apenas iluminan a un cristo crucificado. Una cruz de taracea sobre un montículo de flores moradas que conozco de memoria y veo aún sin luz , unos ojos sin vida en un cuerpo tallado y una mirada que enmudece y apaga las luces con respeto o con indiferencia , con humildad o por condescendencia , con ironía o con fervor , y de fondo ese tambor que huele a muerto , a pena , a duelo , que suena a ojos de adolescente despechada por vez primera.Desde mi esquina , veo que los niños se mueven inquietos , los penitentes se detienen casi ante ellos que miran interrogantes a sus padres al ver los pies desnudos y atados con cadenas .Tras una golpe seco el cortejo prosigue su camino y el Cristo de la Misericordia se agranda ante nosotros obligándonos a mirar hacia arriba ;algunas mujeres se santiguan , todos intentamos ver al Cristo envuelto en la desnudez de su manto de silencio , sin cornetas , sin tambores ni faroles . Los niños abren los ojos como platos , sus padres sonríen con ternura , la pareja enamorada se coje de la mano observada a lo lejos por unos ojos tristes y apagados , y el anciano pone una mano sobre el hombre de su esposa que mueve los labios , puede que rezando , puede que dando gracias por ese hombre que la adora.Las yemas de mis dedos gritan tu nombre y , por un instante , un beso con olor a cera se posa en mi cuello llenándome de serenidad , de calor y de esperanza , empujándome a sonreir . Asustada al sentir que vuelve a correr la sangre por mis venas , cierro los ojos .Al abrirlos , la gente se desparrama ya por la calle , los niños piden helados , ríen y juegan acallando el rumor de pasos que se alejan arrastrándose parsimoniosos sobre un suelo de siglos. Los ancianos caminan despacito delante de mí , tomados aún de la mano y yo , con las lágrimas agolpadas en los ojos y la garganta , desciendo viva de mi Gólgota , en silencio , una madrugada de Jueves Santo en Granada mientras una pareja se besa en una esquina indiferente al dolor que su amor provoca.
8 comentarios
Agus -
Octavia -
Besitos a todos y , de verdad , mil gracias .
un amigo -
white -
Maravilloso el ambiente recreado, al salir de la Iglesia de S. Pedro he sentido el escalofrío del río, la luna llena, el cristo y tu soledad a mi lado. Un beso.
Jimul -
Goreño -
Goreño -
Jimul -