Derivando (16º)

Por otra parte, una furgoneta blanca rondaba por aquel barrio residencial, era una furgoneta de una floristería, que en su interior tenía un amplio material de Jardines sobre comunicaciones, y demás objetos que pudieran servir a un espía, casualmente la mujer que conducía tenía el mismo aire de turista despistada que había visto el fin de semana anterior los hechos ocurridos en la playa...
Durante varios días rondaba la casa de Mario y Leire, incluso sabía ya los horarios de Leire... Últimamente se había vuelto más deportista que nunca (no tenía otra cosa que hacer) Todos los días a las 8:00 H. de la mañana salía de casa y se dirigía haciendo footing hasta la playa... Siempre se acababa en la playa, como si se tratara de una segunda oportunidad, que jamás vendría...
Mario comenzó de nuevo en su rutina, con sus videojuegos y su proyecto Fénix, abstraído del mundo real y cruel que nunca había llegado a entender del todo, y en estos momentos, menos que en ninguno...
La furgoneta se pasaba aparcada en la esquina todo el día.
Carol estaba cansada de no poder hacer nada, tenía órdenes de entrar en la casa e instalar un par de micros, pero Mario no salía de su despacho, y era ahí dónde iría el soporte más importante.
Leire, por su parte, intentaba sacar a Mario por ahí, intentaba que le diera el aire y se olvidara un rato de sus cosas y como si de una compinche se tratara, consiguió que la acompañara a correr una mañana.
Carol se precipitó a colocar sus instrumentos en los rincones más insospechados, en el flexo que alumbraba a Mario cada noche, en el teléfono y en el salón un tercero. Sabía que la pareja aún tardaría un rato y se dedicó a investigar entre los papeles de Mario... Se introdujo en sus programas informáticos, no pudo sacar nada de ahí, Mario lo tenía todo bien precintado, intuía una posible intromisión en sus planes y se aseguró que fuera imposible sacar nada del ordenador, las claves eran muy complejas y Carol no pudo hacer nada.
De vuelta en la furgoneta conectó todos los micros y se dispuso a esperar una señal, una palabra, una conversación que le indicara que sus investigaciones iban por buen camino y que espiaba al objetivo correcto.
Mientras tanto, Mario y Leire llegaban a la playa, la mañana era clara y se veía con nitidez el horizonte. Hablaron de lo ocurrido, asunto tabú durante los últimos días. Mario entendió los problemas que había causado en la vida de Leire, su trifulca, y Leire intentó comprender la importancia que para él tenía ese absurdo ajusticiamiento.
Volvieron a la hora de comer, algo más calmados, algo más comprensivos y con nuevas expectativas en la mente.
¿Cuántas nuevas reconciliaciones necesitarían para sacar esta relación a flote?
Iba pensando Leire en estos asuntos, ensimismada en sus posibilidades y futuribles acciones, cuando Mario, de repente, soltó a bocajarro: "Leire, mi querida y amada Leire, necesito un psicólogo para que me oriente sobre los juegos que diseño, y sobre mi proyecto... Te atreverías a trabajar conmigo"... "Por supuesto"... dijo Leire, sin saber exactamente lo que había dicho... "Perdona, pero ¿qué me habías propuesto?"... "Pues nada, que fueras de mi equipo, mostrando la idoneidad de mis juegos y averiguando la psicología del jugador"... Leire está sorprendida, asustada y a la vez halagada... Mario le ha propuesto formar parte en su equipo de trabajo... ¡¡¡QUE HONOR!!!
Leire le hizo muchas preguntas, pero Mario la tranquilizó, y dándole un beso, selló el contrato... Cuando llegaron a casa, Carol y la furgoneta ya se habían marchado... Leire tomó enseguida toda la información posible acerca de lo que Mario estaba haciendo... Poco a poco se fue enterando y tomando buena nota de ese nuevo mundo virtual... aprendió mucho, vaya que si aprendió...
Carol, continuaba al lado, acechando todas las mañanas a la parejita hasta, desde el amanecer, hasta que se iban a la cama...
Carol era una mujer de un atractivo arrollador, y un día decidió hacer una visita a Mario y a Carol, con el pretexto de ser una busca-talentos...
Buenas tardes, mi nombre es Carol Parker, ¿tienen unos minutos?
La conversación versó sobre los novedosos trabajos de genios informáticos que investigan en casa. Carol habló de dinero, mucho dinero, seguridad y fama. Palabra esta última que a Mario no le hacía mucha gracia.
Los contratos parten de una multinacional estadounidense para la que trabajo, pueden llamar, si lo desean, y desde Nueva York los atenderán encantados, yo vengo como cazatalentos, no me vayan a entender mal, de momento sólo hemos seleccionado a unos cincuenta informáticos a los que tenemos que entrevistar, más tarde se hará una pequeña criba con los que no interesen.
Mario y Leire se miraban alucinados, Nueva York, vaya, ellos que no habían salido de su país ni para hacer un viaje de estudios en el instituto. Se pusieron muy contentos con la noticia, aunque había algo que no cuadraba, ¿cómo sabían de los trabajos de Mario si eran absolutamente confidenciales?.
Carol salió de la casa satisfecha con su actuación, podría dedicarse al espectáculo cuando la echaran a patadas de la empresa, el show bussines le sentaba bien, la rejuvenecía, pero por otro lado estaba un tanto cansada de estos papelitos, de actuar siempre, de no poder llevar una vida normal en una casa normal con una familia normal, gajes del oficio.
(continúa)
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