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Calavera Infernal

Esto no es un microrrelato...

Esto no es un microrrelato... Son casi las doce .Las campanas de las iglesias cercanas aún no rompen el silencio de la noche y un aire helado corre por los callejones enfriando un ambiente hasta hace pocas horas primaveral.La gente se agolpa en las callejuelas hablando en susurros , temiendo deshacer la magia que parece dar a los movimientos , a los pasos acelerados , a las exclamaciones de los niños -silenciadas por sus padres apenas comenzadas - una lentitud irreal , somnolienta.El correr del río es apenas una música de fondo monótona y casi imperceptible.A veces una carcajada rompe el silencio por unos instantes y enmudece sin necesidad de reprimenda , avergonzada de su propia osadía.Por el centro de la calle una riada humana intenta sin éxito encontrar un resquicio en el que ubicarse.Imposible .La gente que lleva horas allí instalada exhibe su mirada más huraña , haciendo desistir sin palabras a los atrevidos que , a última hora , intentan hacerse un hueco.

Una pareja de ancianos tomados de la mano pega su espalda a la pared , mientras él recompone la bufanda de ella amorosamente.
-Te enfriarás Inés , le dice bajito .

Un poco más arriba unos novios , ajenos a nada , o a algo que no sean ellos mismos se miran arrobados con las caras casi juntas , solos en una burbuja , sin gente , sin frío , enamorados.

Delante de ellos , sentaditos en el bordillo hay tres niños embutidos en abrigos , bufandas , gorros y guantes , no tendrá el mayor más de cinco o seis años , y se les adivina serios y responsables ; les han dejado esperar solos y quieren ser merecedores de ese honor . Desde la acera de enfrente sus padres no les quitan ojo .
-Ay , Pedro , dice la madre ¿ no están demasiado lejos ? ¿no se asustarán ?
-Que no mujer , si están tranquilitos ¿no les ves ?

En ese mismo momento , entre los niños y sus padres pasa un grupo de jóvenes medio vestidos , medio descalzos , medio borrachos y completamente mugrientos rodeados por una corte de perros de todos los pelambres y todos las tamaños tan sucios y descuidados como las rastas y las crestas de sus ¿dueños ? quizás sería mejor decir de sus compañeros de ruta.Los niños se dan codazos y no saben qué mirar , si las uñas ennegrecidas , las guitarras que cuelgan de las espaldas o al cachorrito paticorto y jadeante que se ha parado justo ante ellos para recuperar el aliento . Cuando la mano del más chiquitín casi roza el lomo del animal , el niño eleva los ojos hacia su madre y un resorte devuelve la manita enguantada al bolsillo del abrigo.
-Jo , si mami llega a estar aquí te la cargas .
-Callaos , dice el que parece más mayor , si no nos portamos bien nos harán sentarnos con ellos.
Demasiado tarde la advertencia , mamá ya les señana el bordillo de enfrente , a sus pies , con la cara asustada todavía tras haberlos perdido de vista durante un par de minutos que , eso sí, a ella le han parecido horas.Los niños cruzan cabizbajos esa calle estrecha , su madre les dá un beso a cada uno y les acomoda satisfecha .
-Aquí están mejor , sonríe segura.

Tres adolescentes con ropas imposibles suben calle arriba a toda prisa , no tanto porque vayan a dar las doce como por el frío que debe estar helándoles unos ombligos que encaran el frío a rostro descubierto , candidatas a una pulmonía o , al menos , a un buen resfriado, antes muertas que sencillas.Una de ellas presiente más que ve a la pareja que se mira . Endereza la espalda , levanta la barbilla y sonríe aún más , mientras sus ojos se tiñen de violeta , de dolor , de luto .
-Hace frío ¿volvemos a casa ?
-¿Tú estás loca , tía ? mira qué mogollón de gente viene detrás , no pretenderás que vayamos contra esa marea ...
-Bueno , vale , pero no chilles , es lo único que acierta a decir callandito mientras el corazón le late apresurado en la garganta , ahogándola.

Entonces , la gente que ocupa la calle se detiene , las cabezas se vuelven a un lado y otro buscando calles adyacentes donde situarse . Faltan dos minutos para las doce , la calle debe estar desocupada y cada callejuela queda abarrotada. A las doce en punto , cuando el sonido de las campanas baja por el Darro hacia Plaza Nueva , asciende por el Albaycín , sube la colina roja todavía iluminada e inunda el Paseo de los Tristes mezclándose con el aire helado que baja de La Sierra , la calle está vacía , todas las luces apagadas y un silencio que es un grito de respeto a lo que va a suceder se enseñorea sobre todas las cosas . Sobre el río , sobre la colina , sobre los edificios , sobre las risas de los niños , sobre los enamorados , los perros , La Alhambra.

Inmersa en el silencio y la oscuridad , y apretada contra una esquina estoy yo , observando a gente que ha vivido , que vive , que empieza a vivir y a sufrir . Los veo con una indiferencia casi anestesiada , ajena a las risas , a los sentimientos , a la felicidad , a la belleza del lugar , al rumor del río , a la oscuridad que pone los sentidos alerta y la sensibilidad a flor de piel.Ahí sola , pegada a ese esquina la certeza de tu ausencia me recorre la espalda con un escalofrío que me pone la piel de gallina y sin saber cómo me encuentro en ese mismo lugar , hablando contigo sin necesidad de palabras , sintiendo tu cuerpo pegado a mi espalda , tus brazos rodeando mi cintura , sabiendo que mi cuello acabará recibiendo una tormenta de besos y de palabras susurradas que jugaremos a descifrar.Tenemos las manos juntas dentro de los bolsillos de aquél Barbour tan viejísimo que debería haber jubilado hace tanto , nos rozamos las yemas de los dedos y nuestras pieles , que tan bien se entienden , hablan de sus cosas mientras apretamos nuestros cuerpos en un baile sin música , celebrando la paz que nos damos con la simple presencia.A lo lejos , el redoble de un tambor me devuelve a la realidad . El silencio que me rodea se transforma y el arrastrar de multitud de pies sobre el suelo antiguo e irregular nos pone sobreaviso.Ya se acerca.Los ancianos se ponen de puntillas , la pareja deja de mirarse a los ojos , los niños se dicen al oído algo que no alcanzo a oir y sus padres observan prudentes la calle para asegurarse que todo está bien en la parte que les es ajena , y en ese trozo de hogar que tienen instalado a sus pies.Yo junto los nudillos sobre el pecho, aferrada a las solapas de aquél Barbour que sigo siendo incapaz de jubilar , en un intento inútil de espantar un frío que sé muy bien que no viene de fuera , un frío instalado en mí desde hace mucho tiempo , demasiado.
El rumor de pasos arrastrados se acerca poco a poco y sin detenerse ,junto a dos hileras de luces tímidas y vacilantes que serpentean siguiendo el trazado del Darro , sus puentes y la gente enmudecida , sin llegar a alumbrarlos.Incluso yo , hundida en mi atalaya de soledad , puedo respirar la magia que se extiende a la vera del río . Al paso del tambor el silencio se va haciendo reverente . Los padres cuentan a los niños la leyenda que dice que el tambor pregunta ¿ dónda está el Rey de los judíos que lo vamos a matar ? y ellos se miran antre incrédulos y atemorizados , la frase queda flotando sobre el aire helado ...Los ojos de la gente dicen todo , unos se bajan , otros se cierran , otros miran ese punto indefinido entre ayer y hoy en el que todos nos cobijamos alguna vez , algunos hacen todo eso en uno u otro orden .Bajan piadosos , se izan fervorosos , se cierran heridos por la belleza del momento , por el tiempo , por los recuerdos , por la vida , por la muerte .Mil combinaciones .Mil formas de callar .Mil formas de sentir el amor y el dolor .Y yo ahí , sola , registrando cada olor , cada movimiento , cada sonrisa , cada gesto sin poder oler , sin poder moverme , sin poder sonreir , anclada a nuestro pasado , ausente de mi presente , preguntándome que hago aquí, buscando tu mano en el bolsillo de mi abrigo , obligando a las yemas de mis dedos a hablar solas otra vez , sintiendo desnuda mi cintura sin tus brazos , consciente entre el silenco y la oscuridad del ritmo a flores , risas y alegría que imprimirá la luz del día a la esquina que ahora sostiene mi desamparo.
Los pasos se acercan , el tambor sigue arrancando ecos a la noche, se percibe en la oscuridad el reflejo débil de unos cirios blancos , altos , que apenas iluminan a un cristo crucificado. Una cruz de taracea sobre un montículo de flores moradas que conozco de memoria y veo aún sin luz , unos ojos sin vida en un cuerpo tallado y una mirada que enmudece y apaga las luces con respeto o con indiferencia , con humildad o por condescendencia , con ironía o con fervor , y de fondo ese tambor que huele a muerto , a pena , a duelo , que suena a ojos de adolescente despechada por vez primera.Desde mi esquina , veo que los niños se mueven inquietos , los penitentes se detienen casi ante ellos que miran interrogantes a sus padres al ver los pies desnudos y atados con cadenas .Tras una golpe seco el cortejo prosigue su camino y el Cristo de la Misericordia se agranda ante nosotros obligándonos a mirar hacia arriba ;algunas mujeres se santiguan , todos intentamos ver al Cristo envuelto en la desnudez de su manto de silencio , sin cornetas , sin tambores ni faroles . Los niños abren los ojos como platos , sus padres sonríen con ternura , la pareja enamorada se coje de la mano observada a lo lejos por unos ojos tristes y apagados , y el anciano pone una mano sobre el hombre de su esposa que mueve los labios , puede que rezando , puede que dando gracias por ese hombre que la adora.Las yemas de mis dedos gritan tu nombre y , por un instante , un beso con olor a cera se posa en mi cuello llenándome de serenidad , de calor y de esperanza , empujándome a sonreir . Asustada al sentir que vuelve a correr la sangre por mis venas , cierro los ojos .Al abrirlos , la gente se desparrama ya por la calle , los niños piden helados , ríen y juegan acallando el rumor de pasos que se alejan arrastrándose parsimoniosos sobre un suelo de siglos. Los ancianos caminan despacito delante de mí , tomados aún de la mano y yo , con las lágrimas agolpadas en los ojos y la garganta , desciendo viva de mi Gólgota , en silencio , una madrugada de Jueves Santo en Granada mientras una pareja se besa en una esquina indiferente al dolor que su amor provoca.

8 comentarios

Agus -

Muy lindo y muy expresivo!...tengo 14 años y me gusta mucho la poesia...el relato me identifika bastante y me hace recordar algunas cosas!.....me gusto mucho!...y si tenes mas cosas xra mostrar te lo agradeceria!....

Octavia -

Jimul , Goreño , White , amigo ...no tengo palabras para describir lo feliz que me acabáis de hacer . Es un lujo , a veces que escribiría sólo por saber que lee gente tan extraordinaria (y tan , tn , tan generosa...).Por el título sabríais que era yo , la verdad es que mi proverbial despiste hizo que no pusiera el nombre , pero supongo que no hay tantas alegrías de la huerta como yo ¿no?.
Besitos a todos y , de verdad , mil gracias .

un amigo -

Ese dolor del que hablas, lo conozco bien. A veces es cuestión de dejar de ser cobardes. Me perdonas si mis palabras son muy osadas, pero sé que las entenderás.

white -

yo me asomé a la calle que me recomendaste y me alegro porque a tu lado, con tu silencio, tu soledad y tus letras he llorado hoy, lunes de pascua, al volver a vivir la salida del Silencio.
Maravilloso el ambiente recreado, al salir de la Iglesia de S. Pedro he sentido el escalofrío del río, la luna llena, el cristo y tu soledad a mi lado. Un beso.

Jimul -

Ahí tenéis la foto, es de Granada, lo puedo asegurar...

Goreño -

Perdonen las molestias, pero como va tan lento, te olvidas de que ha entrado y vuelves a enviar. Con esta son 4

Goreño -

Desde luego que sí, el texto es muy bueno, impregnado de religiosidad y sentimientos a flor de piel, pero nos falta la foto.

Jimul -

Gracias por tu texto. Gracias por escribir aquí. Sé quién eres, pero como has preferido mantener tu anonimato, yo seguiré conservarlo. Lo que sí me he permitido ha sido poner una foto en este texto. Muy bello. Sigue escribiendo más cosas, nos estamos perdiendo una pluma muy interesante. Y de nuevo muchísimas gracias... Un amigo.