Blogia
Calavera Infernal

Diario Calavera (47º día): La Bruja y el Diablo (texto completo)

Diario Calavera (47º día):  La Bruja y el Diablo (texto completo) ..
LA BRUJA Y EL DIABLO

Era la criatura más hermosa que había visto jamás...
La observaba embelesado escondido tras el escaso ramaje, en la otra orilla del río, donde ella danzaba al ritmo de notas de canciones extrañas, sones que no contenían palabras. Extraños y bellos ecos salían de aquella garganta divina o de aquel cuerpo omnipotente.

La luna llena reflejada en las calmas aguas, su estela plateada interrumpida por aquella figura ondulante.
La quietud de la noche, el sonido de su cuerpo adentrándose en el agua…de nuevo la danza…y esa larga cabellera que se hundía en el río mojándose de estrellas.

Ella miró hacia donde él se encontraba y sus ojos se cruzaron por un segundo. Salió del agua, lentamente. Su cuerpo desnudo avanzó hacia los arbustos, deslumbrante, sensual, eterno…
Se acercó. Sus ígneos ojos brillaban. La noche, el río, el fuego…Puso sus dedos tibios en sus labios, mientras murmuraba en un lenguaje incomprensible bellas palabras de amor al alma.
Enlazados, cayeron en el suelo rodando.
Las pieles se unieron en un poema, meticulosa estrofa de sueños.
Las bocas susurraron promesas eternas, las caricias marcaron la desnudez de sus cuerpos.
Él cayó rendido en el abismo de sus pechos.
Los sexos se saludaron con avidez dolorosa, mientras él intentaba nuevamente mirarla a los ojos, sin éxito.

El agua, el río, la luna, su pelo…

Despertó en medio de un claro del bosque. No recordaba cómo había llegado hasta allí.
A su lado, restos de un fuego extinguido y sus ropas desgarradas. Agotado, miró en derredor y se encontró en el centro de un círculo formado por doce piedras, perfectamente colocadas. Se miró el pecho y observó una marca roja.
Sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, de arriba abajo, de dentro a fuera, de fuera a dentro…y salió corriendo.

• * * * * *

Todo estaba preparado.
La muchedumbre se agolpaba en la plaza de la aldea dispuesta a presenciar el espectáculo.

Lo que sería después la gran pira presidía el centro de la plaza. El jurado, a la derecha, en un improvisado palco, esperaba el gran momento

La muchacha fue conducida hacia la que sería su hoguera mortal. Llevaba el rostro tapado con una capucha negra. No se atrevieron a descubrirle el rostro desde su captura nocturna. Sabían que las brujas, a la luz del día, se convertían en una visión terrorífica imposible de olvidar para los ojos humanos. Annia apenas podía andar. Su cuerpo maltratado agotaba los últimos momentos de cordura con un paso lento, arrastrado, intentando mantener su cabeza encapuchada erguida, como si sus ojos adivinasen a través del oscuro paño los ojos que la seguían. La multitud bajaba la cabeza a su paso, muerta de miedo

Su cabello rojizo y ondulado se dejaba caer sobre los pechos pequeños, desafiando ese sol magnífico de aquella primavera de 1394. Todo estaba listo. Al fin se haría justicia. La bruja iba a ser quemada.
El juicio fue rápido. Demasiados testigos juraron ante Dios ofreciendo su testimonio.

Hubo quien la vio preparar sus ungüentos para volar, mezclando corteza con unto de caballo y culebra, para después impregnarse las corpas y las ingles al tiempo que decía las palabras prohibidas:

“De viga en viga con la ira de Dios y de Santa María”

Otros tantos oyeron sus cánticos sin palabras, ofreciendo su cuerpo al diablo que, unas veces con apariencia humana y otras de macho cabrío, se acercaba al claro del bosque para deleitarse en su cuerpo, tras una serie de danzas más allá del Serc , hasta completar el círculo de trece. Juraron llegar a ver cómo las uñas de la muchacha se clavaban en la espalda de la bestia y afirmaban que aquellos gemidos les perseguían en sueños, terribles ensoñaciones que no cesaban desde entonces.

La vieron quitarse la piel y ponerla en remojo en una tinaja antes de subirse a la escoba, maldecir a Dios, beber la sangre de niños pequeños muertos en sus manos…

Hubo hasta quién afirmó haber visto a la muchacha de la anaranjada cabellera cortar una caña verde a la luz de la luna para hacerse su escoba, rellanarla de pelo de macho cabrío negro tras secarla sobre una tumba, mientras pronunciaba de nuevos las palabras prohibidas al tiempo que introducía los pelos por cada uno de los siete agujeros de la caña:

“Furgiten infernales legiones por las fauces del cancerbero y por medio de Plutón y Proserpina”

Aunque la prueba definitiva, la que tuvo más peso, fue la marca de Annia en su pecho: Una mancha rosada con forma de pétalo de rosa, insensible a los castigos, según sus torturadores. Sólo las brujas eran marcadas por el diablo, para ser reconocidas. Definitivamente era una de ellas. Y hoy se haría justicia.

Se hizo un silencio expectante en la plaza de la aldea cuando la muchacha fue maniatada en el centro junto a los matorrales que habrían de arder poco después.
Thomas se hizo un hueco entre la multitud, empujado por un sentimiento extraño que lo conducía hacia las proximidades de la bruja. Iba como hipnotizado, guiado a su destino con paso firme y con voz callada.

El silencio se prolongó durante unos minutos. No se oían las aves. No se oía el viento. Silencio infernal. O silencio divino.

Sólo la respiración profunda de la muchacha que hacía mecer sus rizos anaranjados en un suave compás. Sólo el sonido del miedo de la gente que purgaba sus culpas en la hoguera ajena.

Thomas se adelantó y se dirigió a los miembros de los hombres sabios, aquellos que habían sentenciado a muerte a la muchacha y pidió ver la cara de la condenada.

Continuó el silencio. La muchacha murmuró algo ininteligible y su verdugo le quitó la capucha dejando su rostro al descubierto. Y dirigió sus ojos hacia Thomas y se quedaron en los de él. No tenía miedo. Antes de morir quemada, tenía que decirle algo…



Thomas sintió su mirada como una puñalada…Un vértigo que casi le hizo perder el equilibrio se apoderó de él. El tiempo pareció detenerse, sólo por un instante. Entonces, escuchó su voz…

Oyó su cuerpo en el río, noche tras noche, durante doce ciclos de luna. Sintió su calor, su olor y su pecho chocando con el suyo a la orilla del río. Entendió en un segundo el por qué de su apatía, su sonambulismo y su sueño perenne. Era ella.
Nunca consiguió mirarla a los ojos …hasta ahora.
Aquellos ojos que invitaban al deseo, brillantes y eternos. Aquellos ojos que tantas veces quiso mirar, emborrachado de deseo. Ahora, frente a la hoguera supo el significado de todo lo vivido. Supo por qué su cuerpo caminaba sin saberlo las noches de luna llena. Supo por qué amanecía desnudo en el claro del bosque, desmemoriado y cansado. Incluso pudo ver cómo cada ciclo lunar se añadía una piedra más al círculo…

Una brisa ligera le trajo el olor de la muchacha y lo aspiró. Dejó de mirarla a los ojos y descendió lentamente por su cuello, sus incipientes pechos, su cintura, sus delgadas piernas…y quiso morir en ese cuerpo, como otras tantas veces.

Alguien prendió la hoguera, el tiempo se acababa. La muchacha, lejos de gritar ni se inmutó. Todo cuanto quería ver estaba frente a ella. Se llevó las manos blancas a la incipiente curva de su ombligo y le sonrió. Allí estaba la decimotercera piedra, la que cerraba el círculo.

Nadie pudo evitar que Thomas saltara al fuego y se abrazara a ella.

Más allá del Serc, cuando la noche es calma y las estrellas brillan reflejadas en el río, la bruja y el diablo siguen amándose con ese deseo brutal que sobrepasa los deseos humanos.

El agua, el río, la luna, su pelo, sus cuerpos entrelazados…por toda la eternidad

4 comentarios

merche -

Gracias por vuestras palabras, no sabéis lo hondo que llegan.
Mil besitos

Goreño -

Es extraordinario, paisana, cuanto más lo leo, más me gusta. La verdad es que he quedado atrapado, tanto por el argumento como por la prosa, que me parece muy rica en matices y correcto en cuanto al uso del lenguaje. Si consigues hacer un libro así te pones las botas, paisana. Besitos

Pablo -

Bruja.. me das miedo...

Me ha gustado mucho, felicidades.

Besos.

white -

Ya echaba de menos tus letras. Magnífico relato, una prosa poética muy elaborada que hace sentir el placer de los sentidos a flor de piel. Enhorabuena bruji y cuidado no sea que te quemen. Besitos Merche