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Calavera Infernal

Experiencias

Experiencias

Nota: A petición de la autora, he vuelto a poner el texto publicado el 3 de junio pasado, remodelado y corregido por ella misma. Gracias.

"Las experiencias son lo que nos hace como personas." Nunca olvidaré esa frase.
Estaba en Chueca, en una discoteca de ambiente. Mi amigo gay se quejaba de que nunca salíamos de marcha por su zona, así que accedimos.
Entramos en una discoteca de dos plantas con variedad de música, en la de abajo electrónica y arriba pachangueo, como cualquier bar.
Yo no sé si es que íbamos muy locos con eso de salir por una zona tan desenfrenada, o que me sentía feliz de ver a todos juntos de nuevo, pero me llovían los cubatas. Entre mis amigos que invitaban, las rondas iban pasando.
Bailé como nunca, me divertí mucho. Me sentía libre, contenta. No conocía a nadie excepto mi grupo, así que poco me importaba el jaleo que hiciésemos bailando.
Bueno, como buena mujer, llega un momento en que el líquido contenido de los cubatas se impone y hay que ir al baño. Se me olvidó completamente decir que me iba a alguna de mis amigas, bah, si no se iban a mover de ahí… Así que me fui abriendo paso hasta el baño.
Buff, estaba tan lleno de gente, que decidí irme al de la planta de abajo. Qué mareo de escaleras, nunca había pensado lo peligrosas que parecen las condenadas.
Llegué por fin al baño, y estaba vacío por suerte. Sólo una persona delante mía y podría pasar.
Pasa mi compañera de espera. La otra puerta contigua se entreabrió un poco…

Curiosa. Mira que soy curiosona. ¿Qué me hizo mirar? No lo sé, pero mis ojos se perdieron por el interior de aquel baño.

Unas manos subían y bajaban por un cuerpo lleno de curvas candentes. Escuché un gemido… lo que me hizo acercarme instintivamente un poco más. La puerta se entreabrió más, y puede ver a una chica que me miraba mientras era tocada por otra. El corte fue tal que retiré la mirada.

“¡Cuánto tarda la de la otra puerta! Podría salir ya”, pensaba muerta de vergüenza. Quería entrar al baño y largarme, “qué cosas más extrañas pasan aquí.”

Otro gemido me hizo volver a mirar. Esa chica me clavaba los ojos mientras la otra la acariciaba. Mi cuerpo estaba totalmente encendido, roja de vergüenza.

Y ella, sonreía. Parecía estar contenta de tener una sorprendida voyeur enfrente. Me miraba cada vez más fijamente, sonriendo perversa, mientras su compinche de juegos conseguía acelerar los gemidos a base de acariciarla.

Por fin salió la pesada del otro baño, y me metí corriendo, con el corazón acelerado. No podía dejar de pensar en lo que estaba ocurriendo al lado… no sé si fue por culpa del alcohol que llevaba en mi sangre, pero un estado floreciente de excitación comenzó en mí. Las oía… gimiendo de vez en cuando, escuchando sus respiraciones, sus movimientos… ¿Qué me estaba pasando?

Cuando acabé de eliminar parte del alcohol acumulado, respiré hondo. Me sentía nerviosa. Decidí salir rápidamente y alejarme de aquel lugar.
Me coloqué la ropa lo mejor que pude, me arreglé coquetamente, y abrí la puerta decidida a salir.

Pero al abrir, unas manos se colaron en la puerta, impidiéndome pasar. Por el contrario, pasaron ellas y otras dos más.
Vaya, tenía a la morbosa de mirada perversa y a su compañera dentro del baño.
No sabía qué hacer, entre el mareo que tenía, y lo nerviosa que estaba…

Cerraron el pestillo. Empezaron a tocarse delante de mí. La morbosa, con una sonrisa de triunfo, me espetó: “¿qué pasa, que te gusta mirarnos? Pues mira si quieres” y le dio un beso a su compañera.

Atónita, intenté abrir el cerrojo, pero la otra chica me lo impidió, me agarró primero firmemente la mano, para luego acariciarla suave. Era una morena de ojos marrones y sonrisa dulce, callada.

Entre tanto, la morbosa se puso detrás mía. Comenzó a acariciarme despacio, mi cintura, mi culo, mis muslos, mi entrepierna, para luego subir rápidamente a mis pechos.

Yo estaba alucinando. En un estado de atontamiento múltiple, no sabía qué hacer. Poco a poco fui cayendo en las redes de aquellas dos asalta heteros. Me dejé llevar... mientras una me acariciaba de espaldas, la otra lo hacía de frente. Todo era una imagen de cuerpos y manos hambrientas. Dejaba que me besaran, que se besaran, que me miraran. Dejaba que me tocaran allá donde quisieran, que me desnudaran…

¡Todo fue tan extraño! Tan delicioso y extraño… El cuerpo de la mujer es perfecto para el placer. Cada milímetro de piel está hecho para el disfrute.

Sus besos eran a veces suaves, otras jugosos, otras húmedos; nuestras lenguas se cruzaban en cualquier parte de nuestros cuerpos, haciéndonos partícipes de un juego único.

Besaba sus pechos sin pudor. Ellas mismas y el alcohol me lo habían quitado. Besaba todo cuanto era besable, tocaba todo lo que conocía y sabía que era digno de estímulo… Jugábamos, nos mirábamos, nos tocábamos como expertas, haciéndonos llegar al clímax mutuamente, incansablemente.

Gemidos por triplicado resonaban en mis oídos, seis manos ávidas de placer jugaban. Mi cuerpo entero estaba húmedo, vibraba con cada nueva caricia, con cada nuevo gesto.

No sé cuánto tiempo pasé en ese baño. No me lo puedo imaginar. Para mí fue una eternidad… una eternidad magnífica.
Cuando se cansaron de jugar conmigo, simplemente se vistieron, abrieron el pestillo y se fueron riendo alegremente.

Yo… tuve que quedarme un rato más sentada, para recuperarme y tomar consciencia de lo que me había pasado.
Aturdida todavía, decidí que no podía pasar más tiempo allí, que mis amigos deberían estar preocupados buscándome… así que salí aún mareadilla de vuelta a la planta de arriba de la discoteca.

Creo que mis amigos iban peor que yo, porque me uní a ellos y no comentaron nada, bastante ocupados estaban con sus cubatas y sus bailoteos de reina de la noche por un día.

En fin. Nunca renunciaré a una experiencia nueva, es lo que te aporta la vida. Pero eso sí, trataré que la próxima vez sea de una forma más consciente y premeditada, jajaja. Aunque fue una buena locura y una grata manera de descubrir mundos nuevos.
Ánimo… tal vez la próxima víctima de estas dos violadoras asalta heteros seas tú…

La regla

La regla

¿Alguna vez han oído decir que cuando estás a punto de morir te
pasa toda tu vida por delante? Pues no es el único momento- El
otro día mi novia me dijo:
- Cariño, no me viene la regla-
Y yo les aseguro que en ese momento, todo, ¿eh?, pero el pasado y
el futuro y hasta el presente pluscuamperfecto si es que existe
Me vi en una ranchera con cuatro niños yendo al híper.
Ya sé que estas cosas pasan- ¡Pero que me pase a mí! ¡A mí!, que
cuando me decían:
- Paco se ha casado de penalti.
Exclamaba:
- ¡Será gilipollas! ¡Con la cantidad de cosas que hay para que no
te pase esto!
Sin ir más lejos la marcha atrás.
Es mi método. Ya sé que me envidian. Yo es que soy partidario de
lo natural, naturópata, vamos. Soy el Carlos Sainz de la marcha
atrás. Un control, una pericia, una concentración- Lo que pasa es
que hace dos semanas iba yo a mi marcha- Suave, suave, haciendo la
tabla del diecisiete: "Diecisiete por uno diecisiete, diecisiete
por dos treinta y cuatro-". ¡Claro!, ¡lo que sea antes que la
eyaculación precoz!
Yo tengo una técnica infalible para esto: si veo que voy muy
deprisa pienso: "Karmele, Karmele, Karmele-" Y me relajo. Y si veo
que la cosa baja pienso: "Claudia Schiffer, Claudia Schiffer,
Claudia Schiffer-". Y oye, ¡da gloria verme!
Bueno, como decía, iba yo a mi marcha, diecisiete por una
diecisiete, diecisiete por dos treinta y cuatro y me llevo tres- Y
en el momento clave a ella le dio la tos, y claro, empezó a
agitarse y me rompió el ritmo. Yo controlo, ¡pero si ella se pone
a improvisar!
De todas maneras tiene que ser un retraso. Como mucho se me pudo
escapar un espermatozoide, ¡dos todo lo más! ¡También sería
casualidad que encontrasen el camino, con la oscuridad que tiene
que haber allí!
El caso es que cuando ella te confiesa: "Todavía no me ha venido",
te acojonas. Te acojonas tanto que no dices más que tonterías:
- A lo mejor te ha venido y no te has dado cuenta.
- A lo mejor tú te has vuelto imbécil y tampoco lo sabes.
En esas situaciones es cuando se demuestra que los tíos no tenemos
ni idea. Nosotros confundimos el método Ogino, con el índice
Nikkei:
- Oye tú estás segura de que has contado bien los días, mira que
este año es bisiesto...
- Ya, en febrero, pero es que estamos en octubre.
- A lo mejor lo llevas arrastrando desde entonces.
- A ti sí que te arrastraban los huevos, que te da todo igual.
- Huy, qué borde estás. ¡Eso es que te va a venir!
Pero no le viene. Y tu vida cambia. Por la calle no ves más que
embarazadas. Bueno, te cambia hasta el humor. Antes, cuando salían
en televisión anuncios de compresas, hacías bromas. Ahora no.
Ahora se hace un silencio en el salón, una tensión, una mal rollo-
Sólo se oye: "Tun, tun, tun, tun, tun, tun, tun- uuuu iiii- ¿A qué
huelen las nubes-?". ¿A qué huelen las nubes? ¡A Dodotis!
Estás tan nervioso que no puedes ni trabajar. La llamas cada cinco
minutos:
- ¿Ya?
- ¡No! Y deja de llamar que me pones nerviosa.
Así es que te metes en Internet a buscar información. "A ver,
regla punto com". Y te sale la Cofradía de la Virgen de la Regla
con Rocío Jurado a la cabeza. "No, vamos a probar otra cosa-
Retraso punto es". Y te sale Iberia. "Joder, cada vez vamos
peor-". Y cuando desesperado pones "Penalti punto com" y te sale
José María García- lo dejas. Y es que en Internet no se navega, se
naufraga, porque nunca encuentras nada. Y la vuelves a llamar:
- ¿Ya?
- Que noooo, pesao.
Así es que te compras la revista "Ragazza", que has visto que
viene un artículo que se llama "La regla, tu mejor amiga". "Vaya,
por fin algo científico". Y lees: "El estrés y los nervios pueden
retrasar la regla".
"Pues ya está, voy a tranquilizarla", te dices. Y la llamas:
- ¿Dígame?
- Ommmmm-
- ¿Quién es?
- Te pesan los párpados...-
- Pero tío, ¿tú estás tonto?
- Ommmmm- Imagínate una pradera, con pajaritos- pío, pío, pío-
"¡Coño, me ha colgado! ¿Así como le va a venir la regla?- Si es
que no colabora". Ya no sabes qué hacer.
Cuando llega a casa y llama a la puerta antes de abrirle le dices
por el telefonillo:
- Cariño, ¿ya?, cariño, ¿ya?, cariño, ¿ya?
- ¡Quieres abrirme!
Cuando entras en casa con el Predictor en la mano, ella brama:
- Como salga el circulito, te la corto- ¡Carlos Sainz!
Por cierto ¿por qué se llama Predictor el Predictor? ¡Si no
predice nada! Cuando sale el circulito ella ya está embarazada! Si
fuese Predictor tendría que haberme avisado antes. Yo creo que en
vez de Predictor se debería llamar Terminator.
¿Y lo lento que es? En esos diez minutos te acuerdas de todos los
circulitos que han marcado tu vida: los ceros de Matemáticas, las
albóndigas de la mili, el Círculo de Lectores, el condón que no te
pusiste- Llega un momento en que estás tan nervioso que no quieres
ni verlo, y te vas al salón a intentar relajarte: "Diecisiete por
uno diecisiete, diecisiete por dos treinta y cuatro- Ommmm, pío,
pío, pío- ¡Karmele, Karmele, Karmele!".
Menos mal que no salió el circulito. Y claro, con la alegría del
momento- Nos liamos, nos liamos- Pero después del susto lo hicimos
con condón. Porque, según el prospecto, un condón es muy seguro,
tiene un 97 por cien de fiabilidad. Así que no hay problema,
cuando lleve 97 kikis me lo cambio y ya está.

Culto al cuerpo

Culto al cuerpo

(A la chica que, sin poder, corría esta mañana por la playa)

Ya desde niña me decían Casilda: casi fea, casi gorda. Sí, mi físico ha marcado mi vida, seguramente desde la guardería aunque, por fortuna, ya no recuerdo esos años. Ojalá pudiera borrar igual la pubertad y la adolescencia. Y ya quisiera poder eliminar de un plumazo a Paco, a Sandra y a tantos otros de mi memoria.

Por suerte, o más bien por desgracia, no soy tonta. Digo que quizá por desgracia porque, si fuera estúpida, no me daría cuenta de cómo es mi cuerpo. A veces la ignorancia consigue la felicidad mucho más efectivamente que la sabiduría. Decía que como tengo una inteligencia normal, me doy cuenta de cómo soy. Sí, soy gorda y soy fea; y así son las cosas.

Afortunadamente tengo conocidos (no creo que lleguen al nivel de amigos, la verdad) que son amables. Ya no es como en la infancia, faltaría más. Es una suerte que al crecer, se desarrolle tanto la hipocresía. Seguramente sí lo comenten a mis espaldas, pero ojos que no ven... ¡Bendita edad adulta!, todo el mundo añora la niñez. Yo no, en absoluto, no volvería a pasar por eso ni por todo el oro del mundo.

Ser como soy tiene alguna ventaja, no crean. De jovencitas, cuando salíamos por ahí, nunca se me arrimaban los moscones, como le pasaba siempre a Sandra; que ponía una cara de aburrida que parecía que se iba a morir. Además, la mayoría eran unos macarrillas horteras que no había por donde mirarlos. (Que seré fea, pero yo también tengo mi gusto, no vayan a creer). Bien es verdad que, aunque hubiera sido una vez en mi vida, me hubiera gustado experimentar lo que Sandra sentía en ese momento. Sí, hubiera estado bien. Yo, durante unos años, me acercaba a mi amiga a tentar a la suerte, pero no hubo manera. Por aquella época achaqué a la mala fortuna que, cuando la acompañaba, ningún pelma se acercaba a mi amiga. Ahora, con el tiempo, entiendo que la famosa diosa no tuvo nada que ver, así como comprendo los motivos de Sandra para insistir tanto en que me fuera con ella a la discoteca. Hasta que conocimos a Paco, claro.

Paco sí se acercó a nosotras un día. Incluso habló con las dos. Fue amable con ambas, bailó con ella y, pásmense: ¡conmigo!. (De lo que son capaces los hombres por una chica como Sandra). Claro, a mí nunca me habían sacado a bailar. Cuando Paco lo hizo, mis ilusiones de inocente jovencita despertaron de su letargo y brotaron a borbotones, como saliendo de una botella de cava. Pero es cierto que no duraron demasiado. No di demasiada importancia al hecho de que bailara mucho más con mi amiga, ni a que, cuando lo hacía conmigo, la mirara a ella constantemente. Me alegro de no haber reparado en eso en aquel momento. Ese rato de felicidad, que me llevé para el cuerpo, ya no me lo quita nadie. La desilusión vino después, cuando Sandra empezó a llamar cada vez menos y, por tanto, yo empecé a salir cada vez menos también. Ella era la única "amiga" que tenía.

Yo soñaba con Paco. Sabía que eran sueños imposibles pero, al menos, me permitía esos ratos de "dicha virtual". Un día, paseando yo sola, me crucé con ellos dos. Bueno, yo los vi, pero ellos no estaban para verme a mí, con los ojos cerrados y las bocas mezcladas de tal forma que no se sabía cuál era la de quién. En fin, no es que me sintiera traicionada ni nada de eso; en el fondo lo sabía. Lo que más me fastidió es que mis momentos de felicidad virtual se terminaron con aquel beso y, encima, no fue un beso que me dieran a mí.

No he vuelto a tener otra amiga como Sandra, aunque sí muchos conocidos. No he dejado de salir por ahí a cenar, tomar alguna copa y eso; pero no ha vuelto a haber nadie como ella. Aún siento una alegría especial cuando la veo por la calle empujando el carrito de su hijo. Ella todavía me saluda con una sonrisa algo cortada, como si se sintiera culpable por algo. Yo le diría que no tiene que sentirse mal, que es ley de vida. Pero como ya no hablamos, me da reparo. Podría preguntarme qué es lo que estoy diciendo y tomarme por una presuntuosa. (¡Lo que me faltaba ya!).

Ya he intentado adelgazar varias veces. He probado todos los productos "milagro" que salen en los anuncios de la radio o en las televisiones por la noche. Me compré también uno de esos cinturones "mágicos" que, a base de impulsos eléctricos y ondas "ortogónicas", te reducen un montón de centímetros sin esfuerzo alguno. Lo peor de todas estas falacias no es el dinero malgastado, qué va. Lo peor es lo estúpida que se siente una por haber pensado que las dichosas ondas "ortogónicas" existen de verdad. Y todo por unas ilusiones vanas. El marketing se aprovecha de las miserias humanas, sí. También he probado todos los regímenes habidos y por haber: El del melocotón, el de la piña, el de la sopa "come-grasas", el método especial X de los cereales "Pelows". Ni que decir tiene que ninguno me ha funcionado. Alguna vez he perdido un par de kilos, sí; pero antes de quince días, había recuperado cuatro. La vez que más cerca estuve de conseguirlo fue cuando acudí a una clínica privada con doctores que te ponían unas dietas (disociativas, las llamaban), en las que podías comer todo lo que quisieras, siempre y cuando sólo fuera de lo que ellos te dijeran. Cierto, funcionó, perdí veinte kilos. El problema fue cuando empecé a comer de todo otra vez. Sí, duró más tiempo que las demás, eso es cierto, pero no tardé en recuperar veinticinco. No hay remedio, el único modo es el ejercicio y comer poco. Así que decidí hacer deporte y comer menos. Ya estaba bien, no podría dejar de ser fea, pero sí de ser gorda.

El primer contratiempo para mi nueva determinación fue ir a la tienda de deportes a comprar algo más o menos adecuado. Imposible, sólo pude comprar unas zapatillas. Nada de ropa en la que embutirme, aunque fuera estirándola bien y apretándome yo. Salí de allí con mis deportivos nuevos y muerta de vergüenza. En fin, busqué entre mi propia ropa, unos pantalones y una camiseta ligera, me calcé mis flamantes zapatillas blancas y salí al paseo marítimo a sudar como era debido. Empecé a correr con mis mejores zancadas, creo que los sudores me llegaron a los diez metros recorridos. Más o menos. Pero insistí. Los corredores habituales, con sus ropas ajustadas de famosas marcas deportivas, me adelantaban por la izquierda y la derecha. Yo, cuando podía, levantaba la vista y los veía alejarse. La gente me miraba: mi estilo no debía ser muy ortodoxo, pero yo no me rendía, estaba dispuesta a continuar y así lo hice hasta que creo que encontré en el pavimento una losa un poco más alta que otra y, yo, que supongo que no levantaba demasiado los pies del suelo, tropecé. Me rompí la rodilla. El médico dijo que se acabó el footing. Dieta rigurosa para quitarle peso a la articulación. Bastón de por vida.

Bueno, lo más probable es que esto me pasara por no aceptarme como soy, es verdad. O quizá porque esta sociedad, con sus chicas "vigilantes de playa", misses esqueléticas y tallas estándar, es la que no me acepta a mí. Y yo sólo quería integrarme, no sé...

Ahora sigo mi rígida dieta, paseo con mi bastón, me siento en algún banco, frente al mar a leer; o escucho música en casa, empezando siempre por mi tema favorito:

Hoy viene a mi la damisela soledad
con pamela, impertinentes y botón
de amapola en el oleaje de sus vuelos.
Hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finalmente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.

Caballeros Asegurados

Caballeros Asegurados

Un día de tórrido sol llegó un jinete cansado y polvoriento al gran castillo, accedió por los grandes portones y mientras tras de sí descendía el puente levadizo desmontó de su negro corcel y subiendo escalinatas y atravesando corredores llamaba a gritos a su consorte.
-¿Dónde estáis amor mío? ¡He regresado!
Su cónyuge apareció por unas de las puertas y con cara radiante contéstole. - ¡Ah! Ángel de amor; habéis regresado..., ¡gracias al cielo que os ha devuelto!
- Sí, y vengo con hambre de placer, quiero besaros, mordiscaros, lameros, mascaros...
¡Qué muero de continencia si no os tomo ya mismo!
- Claro que sí, sol de mi alma, ¡podéis tomarlo, lamerlo, comerlo, meterlo y sacarlo, pero antes ¡ Quitadme este maldito cinturón de castidad, por amor del cielo!¡Doña Leonor, ¿cuándo se ha visto que una desposada ponga a su esposo y señor un cinturón de castidad?
Y así fue que dio comienzo la emancipación de las damas y el mundo empezó a trocarse a mejor mientras los trovadores, jubilosos y alegres cantaban.

¡Qué proeza, qué osadía,
la de doña Leonor
que colocó a su señor
cerrojo férreo a su hombría!

Esperando al olvido .

Esperando al olvido .

Me siento frente al mar esperando tu llegada con los ojos llenos de infinito y de distancia , la arena caliente , el agua en calma , el alma desgarrada , sin palabras . Me acurruco y me abrazo , siempre sola , llena de recuerdos que me atan . Sentada sin hablar , el tiempo se me agolpa en la garganta . Ni el calor , ni los gritos , ni la gente . Nada está ahí , nadie me llama . Sigo esperando quieta , inmóvil , asustada de este amor que me atraganta. El olvido no llega , no me quiere . Mi corazón , sin tí es mi enemigo , la vida sin tí , casi me mata .

Ness Disfrutando de la Teta de las Vacaciones

Ness Disfrutando  de la Teta de las Vacaciones

La Agencia SEXI (Servicio Exprés del Infierno) ha conseguido unas fotos sobre los momentos más felices de las vacaciones de Ness... Así era la instantánea recogida por nuestros Paparachis más avispados...

Lamentos de vida

Lamentos de vida

Hay momentos en los que un simple quejido más allá del lamento se vuelve ternura compasiva.
Aún recuerdo la mirada perdida de mi perro, a punto de morir. Esa mirada acompañada del gemido lastimero que me encogía el alma cada día un poquito más.
Arrinconado, esperando la calma. Ese momento de quietud para siempre.
Yo le acariciaba, me tumbaba en el suelo junto a él, apoyando mi cara en su cuello. Le oía respirar, lento, pausado.
A veces veía en sus ojos esa necesidad de libertad, y movía momentáneamente el rabo mientras se acercaba a mí acariciándome con el hocico. Atrás habían quedado los juegos, las carreras y las cacerías de gallinas por el campo.

Y ahora, un suceso más vivo, más atronador. Veo a mi padre, cuidando de mi abuela.
Llorando los minutos de vida que aún resonaban en su cuerpo. Acunando a aquella que le dio la vida. Acompañándola, llenándola de esa ternura perteneciente a los que conocen que el tiempo ha de acabar algún día. Velando cada minuto compartido con ella, invirtiendo los roles establecidos tiempo atrás.
Ella, entre estertores, a veces miraba plácida a los ojos. Y el llanto, se tornaba en una gratitud mutua.

Dos angelitos

Dos angelitos

Una vez tuve un sueño extraño. Fue muy vívido, pero lo recuerdo tan lejano que siento como si hubiera sido en otra vida. Durante muchos años lo había borrado por completo de mi memoria, pero ahora ha vuelto y no puedo sacármelo de la cabeza.
Vos y yo éramos dos angelitos en el cielo ¡Ja! ¡Qué tontería! Estábamos en una fila larguísima, en la que miles de angelitos como nosotras esperaban también. Sin embargo, avanzaba rápido. Recuerdo que a vos te tocó antes que a mí. Nos dijeron que seríamos niñas, y que nuestra sangre se mezclaba en algún punto del pasado. Una forma un poco rebuscada de decir que seríamos de la familia (nada era muy claro en ese lugar). Así que, antes de que bajaras, nos detuvimos un minuto a charlar. También nos habían dado un papelito doblado, que teníamos terminantemente prohibido mirar. Yo, obediente, hice lo que debía: guardé mi papel en el bolsillo del camisón y ni pensé en verlo, hasta que noté que vos lo estabas desdoblando.
-Yo lo miro- dijiste, encogiéndote de hombros.
-¡Pero eso no es lo que hay que hacer! Tenemos que entregárselo cerrado a la señora de negro que está en... - pero no me dejaste terminar y ya habías abierto tu papel. Te quedaste sorprendida al principio, después te reíste:
-¡Ah, bueno! Siendo así... ¡Menos mal que lo abrí!- y tus ojos brillaron de forma extraña. Entonces no aguanté la tentación y abrí el mío. Vos viste mi papel y yo el tuyo. Y nos miramos. Yo no sé qué cara habré puesto, pero la tuya me quedó grabada: no era de enojo ni mucho menos, era tu expresión pícara y despreocupada de siempre. Era evidente que sabías qué hacer.
En eso estábamos, cuando un señor de barba blanca se nos acercó muy enojado. Nos dijo que, apenas tocáramos la tierra, debíamos olvidar lo que habíamos leído. Pero vos me miraste de reojo y supe que no tenías la menor intención de hacerle caso.
Y te tiraste para abajo.
-¡Nos vemos!- me gritaste ya en el aire. No esperaste el transporte que debía bajarnos, te tiraste en caída libre y revoloteaste un buen rato usando tus enormes alas, dejándote llevar por el viento y haciendo cabriolas. Flotabas entre las nubes ligera como una pluma, riéndote y disfrutando a pleno del viaje. Yo sacudí la cabeza. No se suponía que bajáramos así. Esperé mi transporte con las alitas bien plegadas y bajé como dios manda.
Ahora que te has ido, este sueño ha vuelto a mi memoria y puedo ver todo con claridad, especialmente lo que estaba escrito en tu papel. Sólo era un número: treinta y cinco.
Y el mío... el mío... si yo también me hubiera acordado de él... si no lo hubiera olvidado todo apenas toqué la tierra... .

Obra de teatro: EL FINAL DE LA ESPERA

Obra de teatro: EL FINAL DE LA ESPERA

Antes que nada, un brevísimo porqué de este texto… Para todo el mundo que no me conozca (el que no visita esta página) sabrá que soy un enamorado de La Escena, lo que ocurre es que su padre, El Teatro, no me ve con buenos ojos como yerno (pero bueno eso es otra historia)… Así que hurgando en mi agenda miré la dirección de un muy buen amigo y compañero de desventuras teatrales, y le amenacé a “chispa de fuego” para que hiciese una obra de Teatro para el Infierno, y aquí está… Espero que os vaya gustando…

NOTAS SOBRE LA DISTRIBUCIÓN DE LA ESCENA
El escenario se encuentra dividido en tres espacios claramente diferenciados mediante la distribución del mobiliario, y la iluminación que caracterizará cada uno de ellos.
En primer término, en el frente izquierdo del escenario hay un sillón de respaldo alto con alguien sentado en el, tapado con una tela vaporosa, e iluminado a contraluz con una luz de tono frío. En la parte opuesta del escenario, algo más atrás, encontramos un pequeño despacho, formado por un escritorio, repleto de material de trabajo, con su correspondiente silla y una papelera al lado. Detrás de el, vemos una estantería repleta de libros y archivadores que delimita el espacio, y un poco más al fondo del escenario, sirviendo de enlace con el resto de la escena, se encuentra un perchero con alguna prenda colgada en el.
El espacio central del escenario se encuentra ligeramente desplazado hacia la izquierda, pudiéndose tratar de un salón.
Un biombo puede cerrar el espacio del fondo izquierdo, delante del cual se situará una cómoda (a ser posible el biombo será de un material que permita jugar con transparencias).

NOTAS SOBRE LA ILUMINACIÓN DE LA ESCENA:
Despacho.- Se creará a base de cenitales y algún que otro proyector de frente para iluminar al actor. Tonos cálidos a excepción del Lavanda.
Espacio central-salón. Predominio de la luz blanca que delimite perfectamente el espacio en el que se desarrollará la acción, con unos toques de calidez para hacer el ambiente creíble y acogedor.
Sillón.- Luz cenital a contraluz con tonos muy fríos.

MÚSICA A UTILIZAR A LO LARGO DE LA OBRA
Música 1ª: Comienzo de la obra: "Enchantment", de C. Spheeris and P. Vouduris
Música 2ª Escena en la que ella se va a la entrevista y el se queda solo en el salón en penumbras: " Thruogh the Wall " de C. Sppheeris and P. Voudoris.

ELLA.- ¡Humm!, que buena pinta tiene todo, ¡vaya ¡, hasta zumo recién hecho. Así da gusto levantarse por las mañanas.
El.- Si, pero no te acostumbres, que hoy es Domingo; pero los demás días ya sabes que andamos a la carrera, y no te da tiempo de nada.
ELLA.- Si, pero al menos hoy podemos disfrutar el día juntos, por que el resto de la semana apenas si nos vemos.
EL.- Si, sobre todo esta última semana, con todo el trabajo que hemos tenido, pero bueno, creo que el resto del mes será más tranquilo, además, de momento no tengo ningún reportaje previsto fuera de aquí.
ELLA.- Menos mal, porque cada vez llevo peor que te marches fuera tanto tiempo, pero bueno, tendré que acostumbrarme.
EL.- Sí, la verdad, es que cada vez se mí hace también a mi más difícil el vivir constantemente con la maleta a medio deshacer,,sin saber muy bién donde vas a estar durmiendo al día siguiente; tanto es así, que me estoy planteando seriamente el ir dejando gradualmente mi trabajo como corresponsal.
ELLA.- Estaría bién eso, pero seguramente, echarías de menos el ajetreo de los viajes, y te agobiarías de estar en un despacho todo el día frente al ordenador, procesando las noticias que el resto de tus compañeros te enviaran desde cualquier parte del mundo.
EL.- Bueno sí, cabe esa posibilidad, pero siempre tendría la opción de hacer algún reportaje de vez en cuando para matar el gusanillo de la aventura, pero bueno, de todas maneras, es algo que tenemos que meditar con tranquilidad, y ver las posibilidades que hay de llevarlo a cabo.
(Durante este tiempo han estado comiéndose el desayuno entre los dos entre charla y charla).
ELLA.- Bueno, recogemos todo esto y vemos que podemos hacer para pasar el Domingo(se levanta de la mesa al decir esto y comienza a recoger. El también se levanta a ayudarle).
EL.- De acuerdo, creo que tenemos varias cosillas interesante por ahí que podamos hacer para pasar la mañana, pero venga, vamos a recoger y a arreglarnos, y luego ya veremos donde acabamos.
(Terminan de recoger y salen los dos hacia la cocina)(Oscuro, y cambio de escena. La acción se traslada al despache de EL.)
El.- Todo había cambiado, o mejor dicho, se había desvanecido; los planes que habíamos hecho, las ilusiones, todo había quedado en segundo plano; incluso mi trabajo no conseguía que relegara, aunque sólo fuera por un instante, todo lo que se me pasaba por la cabeza y que no me dejaba ni pensar siquiera.

AL AMIGO

AL AMIGO

(Dedicado especialmente a la Momia)

Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,
Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes.
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible,
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.
Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma,
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría quisiera que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.

Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas
y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil,
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros,
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde...

Si ahora yo te dijera
que es tu vida esa roca en que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...

Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos?
Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?

Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

José Hierro .

Juego de Nofret: Zombi

Juego de Nofret: Zombi

A ver qué se nos ocurre con esta imagen...

Ahí va el mío...



No dejaba a sus 18 años de pensar en la muerte… Era un tema que venía una y otra vez a su mente sin dar tregua. Incluso tenía unos cuantos libros de diferentes culturas en los que se hablaba de ese tema. Sus amigos la llamaban la zombi y no era para menos…

Su belleza, su simpatía y su inteligencia quedaban totalmente fuera de sí en cuanto cogía confianza con su interlocutor y le comenzaba a hablar sobre la otra vida y la muerte. Incluso el sacerdote del barrio en cuanto intuía su presencia desaparecía como el desodorante en verano.

Su “primera vez” con un chico fue toda una experiencia para relatar. El chico más guapo de la ciudad había fijado su objetivo en nuestra obsesionada belleza, y habían llegado a quedarse sólos en la habitación de él, un lugar vitalista y lleno de vida (él era un deportista nato) Las manos de Luis, así se llamaba el chico, comenzaban a aprender los rincones más recónditos y las caricias se justificaban de la forma más dulce y acaramelada posible, para los dos era su “primera vez”… Pero no se sabe ni cómo ni porqué, nuestra amiga terminó hablando de la muerte, con la consiguiente pérdida de lívido y del embrujo de esa situación que debería ser perfecta, y debido a esa enfermiza manía obsesiva de la muerte, había dado al traste con una situación que añoraba desde hace mucho. Con todo el dolor de su corazón se fue de la casa de Luis, dejando una idea muy penosa de su imagen.

Abochornada por su comportamiento, decidió que tenía que cambiar y solucionar aquel problema mortal para sus relaciones sociales.

Esa misma semana descubrió una posible solución. Consistía en averiguar cómo sería su muerte. Poniendo una vela en el cuarto de baño y mirándose a través del espejo. Todo esto debería hacerse con el más absoluto silencia y en noche de luna llena. Miró el calendario y descubrió que el sábado era luna llena, así que fue organizándolo todo para ese día, muy entusiasmada y excitada…

Y llegó la noche señalada, repasó todo el plan perfectamente, paso a paso y meticulosamente, no dejando ningún detalle al aire…

Por fin llegó el momento. Colocó, como si se tratase de un hecho importantísimo, cada detalle, sin dejar nada al azar…
Y llegó el momento de pronunciar aquellas palabras que la llevarían a averiguar el momento, la hora y el lugar exacto de su desaparición física, de su muerte, y en ese momento, en el reflejo del espejo apareció una figura con forma de mujer, tumbada burlonamente sobre sus formas… Nuestra amiga quedó paralizada, su aparición comenzó a hablar:

“Bueno, chiquilla, a ver… cuéntame… ¿Qué es lo que deseas saber? Lo siento, pero tengo toda la noche… Así que o cierras la boca y me cuentas tu problema o de lo contrario me voy… Tengo mucho trabajo, además tengo cita con el loco de Pumuki… Mmmmmmm… me vuelve loca con esas caricias tan… tan… “

“Deseo saber cuándo, cómo y dónde va a ser mi muerte”… Dijo como una exhalación la asustada joven, al comprobar que tal vez no había sido buena idea la de montar todo aquel tinglado…

¡Jajajajajaja! Pero qué chiquilla… Mira que son raros los humanos de ahora hacen cada tipo de preguntas y a unas edades… ¡No, si ya verás!… Llegará un día en que nada más nacer, pregunten por el día de su muerte.

Pues lo siento, este tipo de informaciones no las tengo, y si las tuviese tampoco las daría… Tú niña, con ese cuerpo, deberías darte unas cuantas alegrías y aprovechar más la vida, que aunque corta, tiene muchas cosas interesantes…

Bueno, lo dicho, deja de pensar tonterías, y vive más el momento, yo mientras tanto voy a prepararme para el encuentro con ese depravado que me tiene fascinada… Y con un sonido de suaves campanillas desapareció, apagándose la vela y encendiéndose la luz…

Nuestra amiga saliendo de su estupefacto estado, movió la cabeza varias veces, se miró al espejo y dijo:

“¡Qué carallada! Espérame durante mucho tiempo, yo mientras tanto me iré degustando todas las delicias que caigan a mi alrededor…

Y con estas palabras salió a la calle a saborear el aire de la ciudad, la vida…

Desenlace

Desenlace

-Quién iba a decirnos que estaríamos aquí, a las tres de la madrugada, esperando en este pasillo a que alguien salga a danos información. Parecemos dos fantoches…
-Sí, es verdad, estamos hechos un asco. Mira mi ropa-Lucía mostraba sonriente su falda llena de fango a un Carlos divertido que en ese momento le cogió la mano.
-Bebimos demasiado, ¿no crees? Nunca te sentó bien el alcohol
-Debí pararme en la segunda copa. Pero fue divertido verte bailar bajo la lluvia en plan actor de cine, no parecías tú…
-Quizá sea eso lo mejor de la noche, que no nos pareciéramos a ninguno de los dos
-¿Tú crees, Carlos?
-Sí-su voz se mostraba segura
-¿Por qué lo hicimos todo tan difícil? ¿Por qué llegamos a odiarnos tanto?
-No lo sé, ahora cambiaría tantas cosas…Lo nuestro fue precioso, hasta que se estropeó.
-¿Cuándo te diste cuenta?
-No lo sé, supongo que no fue de golpe, estas cosas no suceden así, aunque no fui consciente del final hasta que no quedó nada. Es triste, no pude ni luchar…
-¿Y yo? ¿Acaso pude hacer algo?
-No, no te dejé opción, la verdad
-¿Opción? Me enterraste viva, Carlos, no me dejaste hacer nada. Te cerraste en banda, nada te importó. Sólo tú y tu maldita felicidad….
-No sabes cómo lo siento, Lucía, ya lo hemos hablado muchas veces. Me volví loco, no sé, nunca sabré explicarme ni tú entenderme. No quería saber nada de nadie, no quería salir a la calle,…¡lo perdí todo! …
-No, perdona, yo lo perdí todo, no tú- Lucía aparta con brusquedad la mano del contacto con Carlos y se la lleva con suavidad al pelo- Me dejaste subida en lo más alto, esperando a ver cómo caía. Lo pasé fatal, no estuviste ahí para ayudarme. Y ese silencio tuyo…. Eso es lo que más me duele. Sin una palabra, sin una explicación, ¿Qué coño quieres de mí ahora? ¿Por qué cojones me has llamado?
-Sólo quería saber que estabas bien…
-Estoy bien ¿Ves? Yo también sé mentir…
-Yo no te mentí, Lucía, nunca te prometí nada…
-¡Ah!¿Se trata de eso? ¿ De promesas? No me vengas ahora con que fui yo la que se lo inventó todo…Ya estoy de vuelta y media, Carlos. Estaba enamorada de ti…
-¿Cómo puedes ser tan cínica? No podías darme nada…¿Qué esperabas de mí? Yo sólo intenté ponerme una armadura, no quería sufrir por ti…
-Claro, con que sufriera yo ya era suficiente, ¿No?-la voz de Lucía sonaba cada vez más ahogada, apagándose entre las lágrimas
-No quise hacerte daño, las cosas salieron así y ya está. Es inútil seguir hablando siempre de lo mismo. Cada vez que nos vemos acabamos igual, discutiendo por algo que no tiene remedio
-Mira, me has llamado, yo he acudido a tu llamada. Me has besado y yo he olvidado todo el dolor que tenía acumulado en un solo segundo. Hemos bebido hasta emborracharnos, hemos hecho el amor….¡Cuánto te odio, Carlos! No sabes cuánto…-Lucía abría y cerraba continuamente el broche de su reloj masticando las palabras. Volvió la cara para mirarlo a los ojos-¿Por qué no me dejas en paz de una vez? ¿Por qué no te vas de mi vida y no vuelves a aparecer? Dime…
-Porque no puedo, porque te veo y siento que quiero estar contigo, Lucía. Eres mi perdición. Me prometo a mí mismo verte para tomarnos un café juntos y acabamos en la cama, no puedo evitar ir hacia ti
-Ya, pero luego te vas sin decir nada, hasta la próxima llamada. La culpa es mía por acudir a las citas, por ser tan gilipollas ¿Por qué nunca contestas mis mensajes ni a mis correos?¿Por qué ese maldito silencio tuyo? De verdad que no lo entiendo. Eres un capullo, Carlos, un auténtico cabronazo…
-No vas a perdonarme nunca, ¿verdad?
-¿Perdonarte? Llevo dos años intentando hacerlo y cuando creo que lo consigo, apareces de nuevo y todo comienza otra vez. No puedo más con todo esto. De veras que se me hace muy difícil…
-¿Serviría de algo decirte que te quiero, Lucía? ¿Serviría de algo?
-Sí, serviría para odiarte aún más., no lo dudes.
Lucía reacciona ante unas manos que le cogen de los hombros con suavidad, y unos labios que pronuncian su nombre, Lucía Manzano, levanta la mirada y ve al médico frente a ella esperando una respuesta. Se levanta del banco precipitadamente.
-Sí, soy yo ¿Cómo está?
-Lo siento, señora, no pudimos hacer nada. Las lesiones internas de su marido eran incompatibles con su vida: ha fallecido. Lo siento mucho
-¿Muerto? ¿Carlos muerto? ¡No puede ser! Si acaba de hablar conmigo…Estaba aquí, sentado a mi lado, decía que me quería y yo le decía que le odiaba. No puede ser…No puede estar muerto…
-Está usted muy nerviosa, señora, ¿necesita ayuda?
-No, estoy bien. No se preocupe. Sólo necesito tomar aire. Gracias-Lucía aún fue capaz de pensar que con su actitud la tomarían por loca ¿Estaba realmente loca?¡ Carlos acababa de hablar con ella y estaba muerto!

Se dirigió dando tumbos a la escalera de incendios que quedaba al fondo del pasillo. Abrió la puerta metálica y salió al exterior. El viento meció sus ropas llenas de fango y barrió sus lágrimas.
-Se acabó Carlos, se acabó…Nunca dejé de quererte.
Y dejó caer la alianza al vacío.

Desengaño

Desengaño

Desde mi concepción se esperaron grandes cosas de mí. Aún recuerdo lo radiante que solía verme, joven e imponente. Nadie quedaba indiferente ante mi porte y belleza. Grandes logros vaticinaba de mi vida que apenas empezaba: prestigio, viajes, fiestas, rodearme de gente importante. Esa fue, creo yo, la causa de mi desgracia. Jamás dudé que todo era posible para mí, ni por un minuto dejé de creer que mi vida sería larga y productiva, llena de aventuras, llena de éxitos. Fue por eso que no dudé en devorar el tiempo, en correr más de lo que debía. Me creí (o me hicieron creer) infalible, inmortal.
Nunca hubiera imaginado que mi existencia sería tan breve como un suspiro, y que pronto me sumiría en la peor de las tragedias. ¡Cuánto brillé! Pero qué corto fue. Y, por tanta expectativa, por tanta fantasía pueril sobre mi fulgurante futuro, mi caída fue aún más estrepitosa. No podía aceptar que me estaba hundiendo en el medio de la nada, en un mundo congelado. Grité por ayuda, pero nadie respondió. Sé que hubo quien me oyó, pero mis gritos fueron ignorados. Nadie creyó que, justamente yo, podría necesitar que me socorrieran. Resistí cuanto pude, pero finalmente me quebré y me hundí en la más profunda oscuridad. Cuánta vida esperé, cuánta vida desperdiciada. Hasta mi nombre me quedó grande, tristemente ridículo, patético en su ironía: Titanic.

PROPUESTA LÚDICA

PROPUESTA LÚDICA

INSTRUCCIONES PARA RASCARSE EL CORAZÓN...
Hay corazones grandes, pequeños, medianos, los hay inexistentes, sin forma definida ni latido homogéneo. Hay corazones que no pican nunca quizá porque ni siquiera saben que sienten. Llevo más de 30 años intentando rascarme un corazón que cambia de ubicación de forma repentina. Unas veces el picor es tan tremendo que no puedo dormir, me impide concentrarme y me aísla un poco más. Introduzco mis uñas a través de la piel, en el centro del pecho, un poco hacia la izquierda, a veces me hago hasta heridas, pero al menos cesa el prurito. Otras veces no funciona este truco, o me coge con las uñas recién cortadas y no hay manera de rascarse. Es en esos momentos cuando pienso en mi madre. Recuerdo que ella sabía rascar los corazones como nadie…Cuando picaba por una pesadilla, cuando picaba ante la primera desilusión, ante el desamor adolescente…Ella sí sabía de rascar corazones…Y sólo tenía que abrazarme para que desapareciera esa sensación tan desagradable.

Aunque a veces, el picor es tan grande que el recuerdo de mi madre se queda insignificante ante la magnitud de la picazón. Un prurito que, más que molestar, duele. Entonces, encierro mi corazón al vacío (venden unos tapper que van muy bien para ello. Claro, depende del tamaño de su corazón, el mío cabe en uno mediano), lo congelo durante un tiempo variable y cuando lo descongelo vuelve a estar preparado para ser rascado otra vez.

RESTOS DE CIELO(ejercicio de Nofret)

RESTOS DE CIELO(ejercicio de Nofret)

Trozos de cielo se desprendían intentando atrapar su presencia, pero se disolvía en el olvido de un amor en sepia que nació a destiempo. Intentó acercarse a ella pero ella ya no estaba. Abatido invocó a los dioses y los dioses no le respondieron, los santos estaban sordos y las vírgenes se habían diluido. Nadie le escuchaba y su voz ronca gritó a las alturas:
-Quiero desaparecer, si la materia corporal que me forma no puede alcanzarla, tal vez mi espíritu deshilachado llegue hasta su nueva morada.
Dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea porque se puede realizar.
El genio de la noche oscura oyó sus palabras, palabras que nadie más pareció oír y jugando burlón con unos sentimientos que no podía entender, decidió hacer realidad su deseo como burla de un destino que creía adivinar y que gracias a él ya no sería posible.
El futuro era del hombre, debía ser del hombre y por eso su voz sonaba hueca a los dioses, los santos tapaban sus oídos para no tener que hacer caso a su ruego y las vírgenes escondían sus poderes en pos de un bien superior. El destino se había trazado antes que la mujer apareciese y por eso debía partir.
El genio, sintiéndose todopoderoso entonó su conjuro y el hombre comenzó a diluirse en la brisa del día de su liberación. Las manos se extendían por las nubes, el cuerpo se dilataba más allá de sí mismo. Comenzaba a alcanzar las nubes cuando los seres divinos se percataron de su error. Intentaron atraparlo sujetándolo a la tierra con trozos del cielo que nunca le escuchó, pero ya era tarde. Su yo material pasó, por el conjuro del duende, a un yo espiritual que aún vaga por el cielo en busca de una mujer que hace mucho que vivió.



Vótame


Y AHORA...

Y AHORA...

Me pides que comprenda. Que perdone. Que te hallas derrotado y en soledad. Que tus mañanas se despiertan pronunciando mi nombre y que, al mirar por la ventana, ves la mía abierta, quizás esperándote. Añorándote como cuando me dejaste bañada en lágrimas.

Sin embargo; ni siquiera sé si te amaba. Nada ha sido ya lo mismo. Nada desde que tu voz rasgó con uñas afiladas mi esperanza.
Mi futuro se vaporó en el aire junto con las palabras de amor y la quimera de las promesas.

Se abrió la tierra para tragarse la fantasía y surgió un océano de monólogos silenciosos que no llegarán a nadie jamás.

Puse en tus manos mi vida y llené la tuya de serenidad y cordura. Te regalé mi alma, mi cuerpo, que hacías tuyo a tu antojo sin una pregunta.
Ahora añoras el sabor de mis besos, la calidez de mi abrazo y mi infinita paciencia.
Yo lloro por ti misericorde, como quien se apiada de un alma mísera que ha perdido su rumbo para siempre. Y lloro por mí, como quien llora por un alma mísera a la que arrebataron su rumbo para siempre.

Y, sin embargo; no puedo olvidar tu risa. Aquella que me elevaba al infinito y enardecía mi espíritu. Inocente y limpia. Alegre.
Debes reconocer que es lo único bueno que tenías..

Si pudiera dar marcha atrás en el tiempo; haría las maletas y volaría rumbo a Irlanda para dejar caer mi conciencia por los acantilados de Moher en lugar de decirte: Sí , quiero.

Los hijos de las tinieblas yacen en el fondo de un mar roto eternamente

Un día muy importante (yo y mis juegos...)

Un día muy importante (yo y mis juegos...)

Valeria se fue a la cama más tarde que de costumbre ese día. Sin embargo, no conseguía conciliar el sueño. Su jefe le había prometido un importante ascenso si lograba cerrar el trato con los japoneses en la compra de los terrenos a su cargo. Y mañana era el gran día. Ya tenía todo planeado, cómo iniciaría la charla, debería sonar serena y relajada. Luego, sutilmente se aseguraría de mostrarles a los extranjeros todas los beneficios que el negocio les acarrearía. Y finalmente, pactaría el precio. De eso dependía todo, de que lograra un buen precio.
Valeria estaba casi segura de que lograría cerrar un buen negocio y, aunque no quería hacer planes aún, no podía evitarlo y por momentos su mente divagaba imaginando lo que sería su vida como vicedirectora de la sucursal más importante de la empresa. No había sido pura suerte, si bien un tío bien posicionado le había conseguido el empleo once años atrás. Había estudiado administración de empresas durante ocho años, se había graduado con honores gracias a todos esos años de estudios ininterrumpidos, sin permitirse distracciones que la alejaran de su objetivo. Había hecho cursos de post grado hasta llenar un largo currículum vitae que le había permitido, finalmente, estar a los treinta y ocho años a punto de convertirse en vicedirectora de una de las empresas más importantes de la región. Valeria se hallaba con su autoestima por las nubes. No podía dejar de felicitarse a sí misma por todos esos años de duro trabajo y por su férrea voluntad. Ya habría tiempo luego para formar una familia y todo eso que tan sin cuidado la había tenido hasta ahora. Ya lo había hablado con su novio, y ambos estaban de acuerdo en esperar a lograr el mayor éxito posible en sus carreras antes de casarse. Valeria sabía que tal vez ya no le quedaba mucho tiempo para niños, pero ni ella ni su novio tenían objeción a la adopción. Y, con su situación económico-laboral, sabía que no tendrían problema en conseguir un bebé tan rápido como quisieran.
Todos los detalles del trato con los japoneses ya estaban tan pulidos que no había absolutamente más nada que pensar, así que Valeria decidió ocuparse de cosas menos importantes, y algo más gratificantes, como la ropa que usaría al día siguiente. Con los ojos abiertos como dos huevos, y sin el menor atisbo de sueño, se levantó de la cama. No, la falda marfil era algo corta, la azul marino le daría un aspecto más serio, y combinaba perfectamente con la camisa blanca que había lavado y planchado tan cuidadosamente. Se dirigió al ropero, sacó la falda azul y la llevó a la cocina para plancharla. Mientras repasaba cuidadosamente la fina tela, no pudo evitar una sonrisa: seguramente, sería una de las últimas veces que se ocuparía de las tareas de la casa. En cuanto recibiera su primer sueldo de vicedirectora, contrataría una empleada para tales menesteres.
Pero no podía sacarse de la cabeza a los condenados chinos... o japoneses, lo que fuera. Le preocupaba que el traductor no cumpliera bien con su trabajo. Había hablado con él reiterándole hasta hartarlo la importancia de traducir sus palabras con la mayor exactitud posible. Sintió el impulso de un llamado nocturno a Enrique, su novio, para una última conversación antes de su gran día. Miró el reloj: las dos y cuarenta de la mañana. No, no podía ser tan pesada, lo llamaría al día siguiente, cuando ya todo estuviera arreglado. Un escalofrío recorrió su espalda ¿y si salía mal?¿Y si los japoneses no aceptaban el trato? Valeria sacudió la cabeza, y oyó un ligero cric en su cuello. Tenía que relajarse un poco. Llenó la bañera con agua bien caliente y se sumergió, sintiendo todo su cuerpo aflojarse como una gelatina. El suave temblor de sus manos desapareció y, finalmente, se sintió lista para dormir lo poco que le quedaba de noche. Su cuerpo se acomodó en las sábanas de raso y, a los pocos minutos, cayó en un profundo sueño.
El despertador no fue necesario, Valeria ya estaba despierta media hora antes de que sonara. Luego de repasar por vigésima vez todos los papeles y documentos y acomodarlos en su portafolios, se tomó una hora para maquillarse cuidadosamente, acomodar su cabello y vestirse, decidiéndose finalmente por la falda marfil (nada le quedaba mejor). El teléfono sonó justo cuando se disponía a salir.
-Hola, Vale ¿ya vas a ver a los ponjas?- sonó la voz de Enrique en el teléfono.
-Estaba saliendo... - respondió algo nerviosa, lo último que quería era llegar tarde.
-¡Ah!, bueno, ¿salimos a cenar esta noche?
-No sé, esperá, dejame ver cómo sale todo... - su novio había logrado ponerla más nerviosa de lo que ya estaba. Él lo captó enseguida y la dejó en paz con su estrés.
-Bueno, después llamame, beso, chau.
Valeria se subió a su auto y manejó lo más aprisa que pudo hasta el lugar; a pesar de todos los recaudos tomados, iba quince minutos retrasada.
Por fin llegó al sitio acordado, y le volvió el alma al cuerpo al ver que los extranjeros aún no habían llegado, pero reconoció enseguida el auto de Juan, el traductor.
-Ya creía que no llegabas... - le dijo el hombre sin enfado. Eran buenos compañeros.
-Sí, no sé qué hice, se me pasó la hora...
-Mirá, me parece que allá vienen...
Un brillante Mercedes estacionó cerca de ellos, y de él bajaron cuatro japoneses vestidos de impecables trajes y tan acicalados que, uno de ellos, hasta logró impactar a Valeria en una forma que no lo hubiera imaginado.
-No está mal el ponja.... pensó risueña, pero enseguida sus instintos desaparecieron, dejándola nuevamente presa de sus bien disimulados nervios crispados.
Luego de los correspondientes saludos, se dirigieron a los terrenos y Valeria comenzó, con su más segura y agradable expresión, a dar el discurso introductorio, mientras Juan traducía en las pausas, cuidadosamente estudiadas.
Bastante molesta, Valeria notó de pronto que uno de los extranjeros no le estaba prestando la menor atención, en vez, miraba hacia el cielo como un idiota. El tipo seguía mirando, y dijo algo en japonés a uno de sus compañeros, que también se puso a mirar para arriba.
-¿Qué dice?- preguntó exasperada Valeria a Juan por lo bajo- ¡No me están dando ni bola!¡Estos chinos son más raros que....

Al día siguiente, un pequeño titular en el diario, en la sección de curiosidades, informaba la caída de un aerolito de enormes dimensiones en unos terrenos vacíos.
Tres días después, un titular en primera plana anunciaba que los cuerpos de cuatro extranjeros y dos empresarios locales, que eran intensamente buscados desde hacía dos días, habían sido hallados bajo el aerolito.

Mitos y leyendas

Mitos y leyendas

NOCHE DE SAN JUAN


Esta noche se abre la puerta que nos introduce al conocimiento del futuro y a las dimen-siones mágicas de la realidad. es la noche en que los entierros arden, el Diablo anda suelto y los campos son bendecidos por el Bautista.

En la mañana, muy temprano la gente se lava el pelo y la cara con las aguas bendecidas y comienza a llamar, tres veces consecutivas:

-¡San Juan!, ¡San Juan!, dame milcao yo te daré pan.

La noche anterior dos han sido los eventos más importantes: el baile del tropom y las pruebas.

Algunas de estas pruebas son:

l. La joven que sale al amanecer y se encuentra con un perro su marido será un goloso perro durante su vida. (Castro)

2. Al salir, después de las 12, se encuentra con un gato negro es mala suerte para el futuro - felicidad si el gato es de otro color. (Cbulín)

3. Si sale, luego de medianoche, con una gallina negra y da vueltas siete veces la casa, encontrará al Diablo. (Chulín)

4. Al primero que encuentra y abraza, luego de las 12, puede ser su pareja. (Matao)

5. Si a medianoche se hace una cruz en los árboles, producirán el doble. (Matao)

6. Si a las 12, mira la luna y después la higuera, la verá florecer. (Chulín)

7. La higuera y el "pesebre" (helecho) florecen esta noche. Quien posea una de estas flores será muy afortunado.

8. Quien vea florecer la yerba buena esta noche será muy afortunado siempre que lo mantenga en secreto. (Matao)

9. Si entierra una haba y la va a ver a medianoche de San Juan, florecerá. (Chulín)

10. En la víspera se planta la flor de la hortensia, en un tarro con tierra y agua. Luego se le hace un pedido poniendo fe en el bautismo de San Juan. (Achao)

11. Hay que lavarse las manos con agua de vertiente para maintenerse joven y el cabello para conservarlo hermoso. Esa noche las aguas están benditas por el Bautista. (Cheniao)

11. Cuando llueve esa noche o al día siguiente, va a haber abundancia de manzanas. (Achao)

13. Antes de la salida del sol hay que regar los árboles con agua de vertiente, para que den bastante fruta durante el año. (Achao)

14. Para tener buena siembra hay que tirar un pedazo de vela la noche de San Juan. (Quenac)

15. Si esa noche se pide bajo la higuera que la quiera su enamorado, saldrá cierto. (Quenac)

16. Para obtener riqueza hay que descuerar un gato negro en la montaña y con ese cuero hacerse una billetera. (Cheniao).

17. Para obtener una llave mágica hay que cocinar vivo un gato negro en pleno monte, encerrándose en un círculo para que las visiones queden fuera. Una vez cocinado, uno de los huesos tendrá la virtud de abrir cualquier puerta. (Castro)

18. Para aprender a tocar guitarra hay que colocarse durante esta noche bajo una huiguera (Tocoihue) o bien en el encuentro de cuatro caminos donde aparecerá el Diablo a enseñarle (Chulín).

19. Si uno mira al espejo la Noche de San Juan aparecerá el Diablo.

(Cárdenas-Hall. Manual...)].

Con la colaboración de Renato Cárdenas Alvarez. Reproducido con autorización del autor de "EL LIBRO DE LA MITOLOGÍA historias, leyendas y creencias mágicas obtenidas de la tradición oral". Ed. Atelí. Chiloé, 1997.

Fuente:
Diccionario de Mitos y Leyendas - Equipo NAyA
http://www.cuco.com.ar/

Nofret y sus juegos: Manitú

Nofret y sus juegos: Manitú

Siguiendo el juego de Nofret, aquí vamos a exponer un cuadro de Stufa, y a ver qué historias aparecen... Ahí va la mía

El volcán de la Montaña Manitú estaba algo acatarrado, ya no escupía ese fuego incandescentes que hacía ser tan temido… Tendría algo que ver que se había vuelto viejo, y el carácter se le había ido suavizando, convirtiendo sus pliegues en redondeados, en lugar de puntiagudos. O tal vez estaba aburrido de montar numeritos para que el Hechicero de turno hiciera las burradas oportunas en su nombre. Esta cuestión, la de los sacrificios humanos, siempre le había sentado muy mal, sólo él decidía en qué momento y hora iba a escupir aquel fuego que se le derramaba por todo su cuerpo, dejando un rastro de baba ardiente.

La tribu que allí vivía No-veas-qué-peligro estaba muy preocupada por la sequía que padecía, y al hechicero no se le ocurrió mejor cosa que lanzar una bronca monumental contra toda la tribu, diciendo que la culpa era de ellos por haber suprimido los sacrificios humanos. Tras una bronca monumental entre una parte de la tribu que manifestaba la teoría quema del bosque para tener así más campo para cultivar, y los seguidores de toda la vida que hacían caso sin rechistar al Hechicero, se impuso la fuerza de la razón del Jefe de la Tribu, que al estar casado con la hermana del Hechicero, no le quedó más remedio que dar la razón a su cuñado.

Era un sábado asfixiante, el Hechicero lo había previsto todo, haciendo caso a los manuales de los antepasados, (las historias de toda la vida) nombraron a Que-no-hice-yo-para-dejar-de-ser-virgen. La virgen del lugar que con sus 14 años, aún no había sido vendida a ningún guerrero u otro maromo que hubiese hecho los honores de su iniciación al matrimonio (el matrimonio, como tal no existía allí, esto es un término para abreviar este cuento).

Total, a las 20:00 H. y bajo la supervisión del Gran Hechicero (y único, gracias a los Dioses) comenzaron 4 guerreros a subir el cuerpo desnudo de aquella joven hacia la boca del volcán. Dos guerreros iban señalando con antorchas el camino, mientras los otros dos, llevaban en una camilla a la dulce e inexplorada joven. Ninguno de los cuatro guerreros podían creer que un cuerpo como aquel iba a ser mal gastado de aquella estúpida manera… Pero eran guerreros y tenían que obedecer… 1 hora después la comitiva había llegado bajo la atenta mirada del Hechicero y el resto del pueblo…

Tras unas breves “oraciones” , los guerreros desataron a la virgen de la camilla y la arrastraron hasta la boca del Dios del fuego (volcán), lanzándola a la orden del Hechicero… Al cabo de un rato, un par de nubes salieron del volcán.

El Hechicero sonrió y agradeció al Volcán que hubiese recibido tan bien el regalo enviado.

Curiosamente, ahora se producen más erupciones que antes… De vez en cuando salen unos chorros muy potentes del volcán… Otras veces sólo nubes de humo.

Desde entonces hay un rumor en ese poblado el cual dice que cuando el volcán y la bella joven se unen pasionalmente, Manitú lanza su lava a los cuatro vientos, y cuando están sencillamente acaramelados, sólo lanza nubes de humo y ceniza.